Organizando pistas

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18/05/2013 epensamiento 0

Escrito por Ariana Mira

Indagaciones en torno al cuerpo (1ª parte)

Conjurando la performatividad: Lógica de lo afectivo, lógica de la sensación, imagen-tiempo

Performativo: adj. Dícese de un verbo cuya enunciación realiza la acción que significa o de un enunciado

que implica la realización simultánea por el hablante de la acción evocada: yo juro.

Prefigurar: v. tr. Representar o describir una cosa anticipadamente*

El género y el sexo son categorías que nos muestran el mundo. Somos capaces de ver aquello que aprendimos a ver. Capturan nuestra mirada en un anclaje “real”, el del cuerpo.

Cómo lograr que el espacio y la forma tomen otro carácter, otra movilidad (que implica un corrimiento de la concepción del ser en tanto sustancia siempre igual a sí mismo)? No se trata de negar los cuerpos, pero de qué cuerpos hablaríamos entonces? Cómo revertir el despojo de nuestros cuerpos, convertidos en soportes secos de mandatos e investiduras superfluas? (diría Platón: el cuerpo como soporte del alma)

…[1]

Una de las primeras dificultades que se nos presentan a la hora de pensar el cuerpo o los cuerpos, es la captura que el plano extensivo hace de los demás planos. Cómo desplazarse de la polaridad concreto/abstracto. Esta polaridad que es la que nos conduce a una paradoja en nuestro intento: el tratar de ampliar el campo, nos produce pánico por la pérdida del plano extensivo, y tratando de evitar su desaparición, afirmamos y nos aferramos a la desaparición de los otros planos que nos constituyen, permitiéndonos retornar a la calma del estable mundo de lo dado. Lo dado, he allí un grotesco y sutil escollo.

Lo dado, como punto de partida tiene implicancias éticas, políticas, estéticas y afectivas.

La realidad se legitima mediante el espacio público, que se legitima desde una lógica Estatal, regente de todo lo visible. La realidad dada es tal, más por el consenso-control regente que por realidad misma.

Aceptar que la percepción y lo percibido son lo mismo a la vez, implica el juego de la escisión mundo interno/mundo externo, y su correlato sujeto/objeto. La aceptación del mundo de lo dado, que anula el infinito y el pulular de lo múltiple.

En la realidad de lo dado, cada uno es un ser separado, recortado del resto del mundo. Se confirma como modo relacional el sostenido desde la racionalidad cognitiva (sujeto/objeto) y se establece la dinámica propia de la relación entre términos. Términos a los que es necesario poner en relación, pero desconociendo la íntima imbricación de cada quien singular con la trama que lo constituye y que constituye.

Tendemos a pensar a las personas como “figuras paraditas”: con un cuerpo y un alma, en clave de identidad y permanencia. ¿Cómo pensarlas en múltiples planos, en dimensiones, pero no como caracteres abstractos? ¿Cómo superar el modo materia/forma endurecido para llevarlo a lo experimental/configuración, como afecto no codificado?

La lógica de lo afectivo nos permitiría pensar los cuerpos relacionales. Lo sentido diferenciado de lo sensible/categorías/reconocimiento, propio del modo forma/materia, regido por los sentidos y la lógica categorial. Pero ¿cómo disolver la materia-forma, lo óptico-táctil, si la emergencia de lo nuevo, a la vez que nos conmueve, nos perplejiza?

En una lógica que toma el mundo como dado, la representación es la que define el objeto. Opera con una lógica categorial basada en atributos, siendo la representación una ilusión, no porque es representación, sino porque inventamos mediante las categorías, una determinación formal (sin dar a esta criatura el estatus de creación). Es en ese sentido que podemos decir que las categorías son una abstracción por su determinación formal, por su estructuración lógica: no son sustancia concreta, son un habitus de percepción, aquello que nos hace “inteligible” el mundo.

He aquí entonces otro escollo en nuestro experimentar. Lo irrefutable de lo sentido (como emisario de lo empírico, tal como plantea Emiliano[2]: en sus aspectos objetivos y subjetivos), pero lo sentido encadenado al dispositivo interpretación/representación/subsidiario del mundo de las cosas.

En el régimen actual, el registro de lo percibido reclama la necesidad del conocimiento, es decir, la instalación de la relación sujeto/objeto. Objeto: aquello capaz de ser presentado pública y objetivamente. Visible, y que sin embargo invisibiliza la experiencia sensible que desborda el régimen óptico-táctil, hacia la mutabilidad.

Hemos desarrollado un solo tipo de registro, en el que nuestro “ser pensante” funciona como un dispositivo de tutelaje de aquello que experimentamos: de eso siempre hay que poder expresar algo, tenemos que poder hacerlo “público”.

Es decir, lo sentido casi nunca es lo sentido, sino que es lo “inteligido”, lo interpretado, lo largamente traducido, lo prolijamente categorizado. Cómo aventurarse entonces afirmados en la pregunta ¿qué es lo que puede un cuerpo?, si no podemos poner en juego nuestra potencia de afectar y ser afectados, en su movilidad, sin perseguir su captura con nuestra interpretación y su caída en las categorías tranquilizadoras y generalizantes. Y por favor, no nos confundamos: no estamos buscando La Sensación, la verdadera y pura, si no que la invitación es justamente a abandonar la búsqueda de la verdad y a aceptar la vitalidad creadora de lo que ocurre, nos ocurre, ocurrimos…

Klee decía: no hacer lo visible, sino hacerlo visible. Si afirmáramos que en el modo hegemónico de ver el mundo, el gran ausente es el cuerpo, más de uno nos miraría extrañado. Sin embargo, nos bastaría con constatar la existencia de numerosos cuerpos/formas (el anatómico, el jurídico, el público, el íntimo), que pese a ser nuestros cuerpos habituales, son de algún modo cuerpos ausentes, en tanto queda sustraída su potencia de afectar y ser afectados. Son cuerpos recortados, reducidos a una forma y unos mandatos, aislados en tanto objetos, con los que establecemos necesariamente relaciones de exterioridad. ¿Cómo dar lugar entonces al cuerpo en otro registro? El cuerpo-acontecimiento, ya no bajo el régimen de la forma, el derecho o el sujeto, sino en tanto cuerpos configurales, según su capacidad de afectar y ser afectados, o en palabras de Deleuze[3], configurales según una relación singular de movimiento y reposo, de velocidad y lentitud.

Una cosita más. Las veces que he comentado en distintos espacios esto que me pregunto y pienso, los reparos puestos hacia el intento de experimentar un pensamiento en el sentido de lo planteado, han tenido que ver con el temor a perder la razón, “el sentido común”, como referencia que permita el encuentro, o por lo menos algún nivel de entendimiento.

Pero… ¿y si en realidad fuera justamente el sentido común lo que nos separa y a la vez luego, nos convoca a reunir lo por él mismo separado?

Si pensamos la razón pública como sujeción/control, el sentido común como recusación del infinito, ¿qué pasaría entonces si la conexión no fuera algo forzado, si el encuentro fuera justamente el punto de partida?

Qué pasaría si en lugar de aspirar al sentido común, y condenarnos a unas relaciones con la verdad y unos sistemas de explicación, intentáramos alcanzar aquellas nociones comunes que proponía Spinoza? Qué pasaría si dejásemos, por un momento, de actuar como si fuésemos bolitas-individualidades-aisladas (pliegues clausurados),y tratáramos de comprender nuestra constitución relacional y nuestros modos singulares, dando lugar a su potencia e intensidad?

“(…) un individuo es un poder de ser afectado. (…) No hay ni forma ni sujeto. Los afectos son siempre del devenir”.[4]

Artículo escrito por Ariana Mira, desplegado colectivamente en Espacio Pensamiento, en el grupo de los jueves, 2009.

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* El pequeño Larousse Ilustrado, 1999
[1] Mira, A. (en colectivo). Género y sexo: condenados modos de existencia. Una aproximación a pensar nuevos modos relacionales. epensamiento.com, 2008
[2] Acosta, Emiliano. Unificación estética y pluralidad ontológica. epensamiento.com , 2009
[3] Deleuze, G. Clase del 15/02/1977, Anti-edipo. Aparato de poder-máquina abstracta/devenir imperceptible/longitud y latitud/ecceidad-el plano de consistencia/Spinoza
[4] idem

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