Suite de rabias y anhelos
Sufrimos de aburrimiento, llevamos siglos sosteniendo las mismas ideas, con mínimas modificaciones. (A. Teles, Política Afectiva, p. 31)
Intentando un decir-escritura experimental que invite a una escucha-lectura también experimental: qué pasa si…
¿Qué pasa si nos movemos de ciertas identidades duras que nos alivian de nuestra potencia?
¿Cómo crear y producir ahora sin encontrarnos pensando también lo que pasa y nos pasa, nuestras relaciones, nuestras ganas? La creación, la producción, nos implica, es una expresión propia, singular y colectiva a la vez. ¿Cómo percibirnos incluidos aquí, en los afectos, en las tramas relacionales, en el tiempo, en la mirada?
Si las categorías que usamos para explicar el estado de cosas nos impiden tomar contacto con lo que experimentamos-vivimos, ¿qué posibilidades tienen de correr por las calles, de abrir pasos de salida?
Entonces, ¿cómo experimentar silenciando los diagramas y regencias? ¿Cómo lograr que nuestro experimentar cobre envergadura? ¿Cómo entrelazar experimentalmente nuestras vidas-mundos, nuestra potencia/creación/producción, en el encuentro con la naturaleza1 y generar las mejores condiciones para el despliegue y efectuación de la potencia singular y colectiva?
Necesitamos abrirnos a aquello que experimentamos, a lo que nos sucede en lo que sucede, con sus proximidades y cercanías, sus tensiones y alegrías en relación a nuestro anhelo.
¿Cómo separar nuestros deseos y anhelos de aquello que se impone como determinación? ¿Cómo salirse de la situación de encrucijada que plantea la necesariedad de un cable a tierra para el deseo/potencia? ¿Cómo dejar caer lo dado como Lo Real (negación de su condición de efecto de producción, efecto de un sistema de creencia, de un consenso)? ¿Cómo correrse de su regencia en tanto determinación? Esto es: como punto obligado de partida, pero también de llegada de nuestro deseo, como tutela legitimadora de lo deseado.
Si el único camino posible para nuestro deseo es que deseemos lo que tenemos que desear, queda obturada allí nuestra movilidad deseante por ese deseo cristalizado como deseo de objeto. Cuando el deseo se determina a un ideal o un fin lo supeditamos a un sistema de creencias, y por ende, acabamos despojándolo(nos) de su potencia-creación.
Quizá sea vinculado a nuestra posibilidad de captar aquello que se produce en nosotros, a lo que producimos, a lo que nos afecta/mos, a aquello que deseamos y hacia lo que tendemos,
- “[…] donde se vuelvan a considerar las tramas relaciones, el modo humano y su relación indisoluble con la naturaleza”. A. L. Teles, “Política afectiva: un aporte filosófico a la cuestión de la subjetividad” publicado en https://www.epensamiento.com
que nos será posible dar lugar a nuestra movilidad, a nuestra mutabilidad, para poder insistir allí en aquello que queremos afirmar.
¿Seremos capaces de fiarnos de nuestro deseo? ¿De experimentar a donde nos lleve? Si es nuestro deseo, deseo de transformación, ¿cuál es el trabajo de sí consigo, y en nuestros modos relacionales a que podemos dar lugar? ¿Seremos capaces de prescindir de aquello que se nos cuela como legalidad del deseo tras la pregunta de “valdrá la pena”?
¿Cómo convertir lo que nos hace obstáculo en una pista a trabajar, en un algo que nos empuje a pensar, a transformar-nos?
Se trata de interrogar nuestro deseo, de pensar cómo generar las mejores condiciones para el aumento de la potencia productiva, singular y colectiva, para su apropiación y expansión. No desde el juicio moral, sino en la afirmación de las diferencias, en el entendido de que la libertad de todos nos extiende al infinito2.
Necesitamos recuperar la posibilidad de desplegar modos propios de existencia (ética), que requiere la posibilidad de pensar cómo queremos vivir, en qué condiciones, interrogando también lo que esos modos propios propician en relación a las potencias creativas singulares y colectivas.
No se trata ni de cambiar el mundo ni de cambiar las subjetividades desde ningún sistema de creencia. Porque al final, la moral es eso: un saber la verdad. No tiene que ver con los contenidos de aquello que se instala como regencia, sino con la potencia de determinación que ejerce y aspira ejercer sobre las personas y los colectivos, con el corsé que se pone a las potencias singulares y colectivas, con la minorización de los quienes –porque no tienen conciencia, porque no entienden o no saben -, con su sustitución por la vía representativa, por la instauración de la verdad y su sistema de juicio, que se pretenden asentados en el nombre del bien común. Es decir, la moral tiene que ver con la impotencia que instaura. Entonces, ¿nos será posible partir de la creencia de que ninguna servidumbre (carencia) nos hará libres?
Obertura
No basta abrir la ventana
Para ver los campos y el río.
No es bastante no ser ciego
Para ver los árboles y las flores.
También es necesario no tener [ideología]3
Con [ideología] no hay árboles: hay sólo ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros, como un sótano.
- Acá hago un juego de palabras y conceptual en referencia a este fragmento: «No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto más numerosos son los hombres libres que me rodean y más vasta es su libertad, más extensa, más profunda y más amplia se vuelve mi libertad. […] Mi libertad personal, confirmada así por la libertad de todo el mundo, se extiende hasta el infinito.» Bakunin
- El poema originalmente dice “filosofía”, que refiere a un modo de la filosofía que difiere radicalmente del que aquí encarnamos, y es, efectivamente más próxima a un sistema de creencias, por ello el reemplazo.