Política afectiva: la inquietud por lo común en la ciudad
Texto leído en el Encuentro de Esquizoanálisis organizado por el CFG – Septiembre 2017
1- Tres términos en cuestión inquietud, común, ciudad
El presente trabajo intenta configurar una imagen de pensamiento multi-dimensional que traza un plano inicial en el que se enlazan filosofía y política, y pone en relación tres términos: inquietud, común, ciudad. De esa manera muestra una insistencia, que es a la vez investigación y producción en relación con otras prácticas y saberes, y con lo que pasa y ocurre, en lo que pasa y ocurre.
Inquietud
El término inquietud, aquí, alude a una insistencia, a un ejercicio de deseo productivo que resiste a las formas de imposición y dominio actuales. La inquietud atraviesa el ejercicio de pensamiento singular que se da en resonancia, en conectividad móvil con otros; muestra así el querer de un heterogéneo nosotros que despliega «eso común», que no está dado, que se presenta en un dinámico y constante poder de afectar y ser afectado.
En ese sentido la filosofía se enlaza a la política, propicia instancias de pensamiento colectivo en este lugar y en este tiempo que es el nuestro. Encarna inquietudes, anhelos de un pensar que estimula nuevos y antiguos modos de «politicidad» en la ciudad.
Común
El término común corre por las calles, hoy en día aparece en un sinnúmero de producciones teóricas. En estas tierras del Sur adquiere una movilidad distintiva, que desafía a la interrogación y muestra la necesidad de intensificar nuevos modos de relación con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza.
Vivimos en una espesa trama relacional, afectiva que nos constituye y constituimos en cuanto seres singulares relacionales y en relación; en cuanto seres poseedores de un derecho de existencia inalienable.
Sin embargo, cotidianamente nos topamos con la presencia de la crueldad velada por una vieja y gastada racionalidad discursiva, mentirosamente compasiva. A diario percibimos como se siembra la tristeza mediante el autoritarismo, la impunidad y la ignominia. De distintas maneras la potencia productiva relacional se devalúa mediante rigurosas antropo-técnicas que operan sobre el pensamiento, la afectividad y los cuerpos con el propósito de servirse de esa potencia. De la potencia la naturaleza, de los elementos que la expresan y la constituyen, puesto que ese es el valioso combustible que hace funcionar la maquinaria, la misma que nos somete y oprime.
Asistimos a la infamia, al deterioro de los cuerpos, del pensamiento a la propagación de modalidades subjetivas modélicas que nos hacen olvidar nuestros más queridos anhelos. La tristeza se nos mete en el cuerpo, disuelve la experiencia de la relacionalidad, genera modalidades de existencia devaluadas, empobrecidas: no podemos dejar de verlo.
Por ello es imprescindible resistir-crear, o mejor afirmar, resistir, crear para lo cual se vuelve ineludible escuchar las voces anónimas que nos acompañan y nos guían, hacer visibles las resonancias, los flujos rebeldes de lo colectivo que generan las condiciones de aumento de la potencia de pensar, de actuar; de existir.
En ese sentido, el término común no refiere al comunismo, tampoco es aquello que nos une como un gran paraguas y nos cobija. Lo común se genera, se produce constantemente, muestra los flujos rebeldes y las conexiones entre flujos. Lo común revela el ejercicio productivo de singularidades en devenir, en el despliegue de una potencia plural, constituyente, relacional y relacionante.
Ciudad
El término ciudad alude desde nuestra contemporaneidad al concepto spinoziano de civitas; dice el entramado vital, el cuerpo político, el campo de condiciones necesarias para el despliegue de la existencia y sus transformaciones ineludibles. Por tanto no hace referencia ni a la polis griega, ni a la ciudad en un sentido habitual.
La noción de ciudad señala un campo de encuentros intensivos donde se actualizan tramas relacionales que nos nutren y nutrimos; a la vez, señala un emplazamiento, un bloque de espacio-tiempo múltiple: ciudad de muchas ciudades; y fuerza a un pensamiento en situación.
Sin duda, somos pobladores de estas tierras, Montevideo, Río de la Plata, del inmenso Sur, donde las ciudades pliegan campos y mares, montañas y ríos; lo conocido y elementos extraños, inusitados. Ciudades pobladas de tensiones, de conservadurismo y aperturas, de arraigos y desarraigos, donde algunos devienen seres migrantes, en traslado permanente. En su heterogeneidad las ciudades desenvuelve una movilidad infinita, fuerzan devenires, mutaciones afectivas; fuerzan el ejercicio de la rebeldía capaz de vislumbrar afectos alegres que posibiliten modalidades de existencia colectiva de respeto y apoyo mutuo .
2- Spinoza
En esta andadura, en la inquietud por pensar lo común el pensamiento de Spinoza se vuelve imprescindible. La cuestión de lo común en la ciudad desde la perspectiva de su pensamiento se inscribe en una ontología política de la inmanencia que problematiza ese peculiar quien que somos; y desarrolla un pensamiento político que atiende a las condiciones de existencia, al cuidado de la vida, de los cuerpos como requisito para el aumento de la potencia de existir, de pensar y actuar. En ese sentido TP leemos,
(…)yo he demostrado todo esto (en referencia a su pensamiento político) a partir de la necesidad de la naturaleza humana, de cualquier forma que se la considere, es decir, a partir de la tendencia universal de todos los hombres a conservar su ser. Como esa tendencia existe en todos los hombres, sean ignorantes o sabios, la realidad será la misma, como quiera que se considere a los hombres, es decir, como guiados por la pasión o por la razón. TP, 3, 18
Pero, ¿cuál es esa tendencia universal de todos los hombre? En E, III, leemos,
Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser. EIII 6
El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no es nada distinto de la esencia actual de la cosa misma. EIII 7
En relación específicamente con el modo humano dice…
I.—El deseo es la esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a hacer algo en virtud de una afección cualquiera que se da en ella. EIII, Definición de los afectos.
Es imposible que el hombre no sea una parte de la naturaleza, y que no pueda sufrir otros cambios que los inteligibles en virtud de su sola naturaleza, y de los cuales sea causa adecuada. EIV, 4.
La potencia por la que las cosas singulares —y, por consiguiente, el hombre— conservan su ser, es la misma potencia de Dios, o sea, de la Naturaleza, no en cuanto es infinita, sino en cuanto puede explicitarse a través de una esencia humana actual. EIV, 4, Dem.
El pensamiento político de Spinoza se imbrica a la ontología y a la ética. Por ello, una ética-política ontológica, que supone un ser unívoco inmanente(E,I,18); un ser potencia, dinámico, productivo que se expresa en modos intrínsecos, extrínsecos, en las cosas singulares en cuanto conatus, en el modo humano en cuanto cupidittas, deseo y aporta una peculiar concepción del derecho natural…
(…)el derecho natural de toda la naturaleza y, por lo mismo, de cada individuo se extiende hasta donde llega su poder. TP 2,4
Desde el comienzo de la Ética, Spinoza despliega una configuración de pensamiento no jerárquica; asistido por la causa inmanente, que se expresa en el movimiento productivo de la naturaleza como naturaleza naturante (sustancia y atributos) y la naturaleza naturada (los modos) E,I, 29, escolio.
El pensamiento de Spinoza adquiere especial relevancia para nosotros, pobladores del Sur, puesto que impulsa a intensificar devenires, a experimentar resonancias, a una proximidad muy especial con los pueblos originarios de estas tierras… al intensificar la apertura del pensamiento, de la afectividad, de los cuerpos a otros modos de hacer, de percibir, de vida en común, de habitar el vínculo con la naturaleza de la cual formamos parte.
3- Política afectiva: una política ontológica, algunas pistas…
La política afectiva se presenta como una imagen de pensamiento múlti dimensional que puede hacer conexiones con otras imágenes de pensamiento, aquí señalaremos algunas líneas de su despliegue teniendo en cuenta su carácter afectivo y corporal.
1- Una política ontológica que atiende a la existencia
La imagen de pensamiento aquí esbozada presenta una configuración de pensamiento y acción que supone una política ontológica de la inmanencia, de la potencia productiva. El pensamiento de Spinoza enriquece el pensamiento político, puesto que el desplazamiento que opera en relación con el modo humano genera una especial preocupación por los modos de existencia, por los procesos de subjetivación individuales y colectivos como vía de afirmación, de resistencia y creación.
En otras palabras, propone una vía política que, sin dejar de lado los análisis estructurales, enfatiza las afecciones, los afectos y los efectos que se despliegan en el cuerpo político, en la ciudad. La política deja de ser el dominio exclusivo de la institucionalidad; atiende al poder de afectar y ser afectado, expresa un peculiar interés por los procesos de auto constitución existencial singulares y colectivos.
2- Una política ontológica que afirma el derecho natural, lo singular y lo común
Afirmar el derecho natural significa atender al despliegue la potencia de las singularidades, que es a la vez el despliegue de la potencia de lo común. La constitución de lo común implica procesos de singularización, de activación de las singularidades y a la vez de los colectivos como singularidad. Lo común y la singularidad no se oponen. El aumento de la singularización es a la vez el aumento de la potencia colectiva.
Por ello, pensar lo común en el campo de una política afectiva no conduce a un colectivismo ciego, homogenizador, a un igualitarismo abstracto, intelectivo y voluntarista.
3- Una política ontológica que afirma los flujos rebeldes y sus conexiones
La política afectiva en tanto ejercicio de afirmación, resistencia y creación de las singularidades y de las colectividades se vuelve una modalidad política del acontecimiento, que presta especial atención a los flujos rebeldes, aquellos que, según Deleuze, están en la tangente de la axiomática del sistema, que no se logra axiomatizarlos…
En palabras de Deleuze,
¿Cuál sería entonces, si uno sueña, la fórmula revolucionaria? (…)Las conexiones son relaciones eventuales entre flujos indecidibles. (…)Esos flujos indecidibles, son indecibles en el sentido de que no se sabe en absoluto cómo pueden resultar.
No se sabe cuál es su carga revolucionaria. Sí, algunos saben, puesto que no son tan indecidibles. Los que toman la decisión de convertirlos en una materia revolucionara -pues eso es posible- saben. No saben si prevalecerán.
4- Una política ontológica de las resonancias, los devenires y las nuevas territorialdes existenciales
En estos tiempos, diariamente, experimentamos situaciones en las cuales priman tonalidades afectivas de rabia y tristeza, a tientas buscamos destellos de resonancias que muestren incipientes tramas afectivas. Las fuerzas de las resonancias estimulan los encuentros, las composiciones de cuerpos, los devenires singulares y el despliegue singular de los colectivos.
Por ello, la urgencia de prestar atención a las movilidades, a los campos de resonancias, al surgimiento de territorialidades existenciales que favorezcan tonalidades afectivas alegres, activas; intensificando así, las mutaciones imprescindibles para abandonar los conservadurismos, las minorías y las mayorías identitarias, endurecidas, y de ese modo lograr cabalgar devenires, al volvernos parte de esos movimientos minoritarios que impulsan el advenimiento de nuevos modos del mundo.
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
(Nota.: 1Traducido por Atilano Domínguez por sociedad, Moureau por cuerpo político y Apphun por ciudad.2 (…) apetito singular, que, en realidad, es una causa eficiente, considerada como primera, porque los hombres ignoran comúnmente las causas de sus apetitos. E IV, Prefacio)3 (Deleuze, G.: Derrames II. Aparatos de Estado y axiomática capitalista. pág. 403)