La filosofía convoca a la creación, hace una apuesta ético-política
Annabel Lee Teles
Resumen: El presente texto se despliega en un intenso pensar con Deleuze: un pensar en relación a la vida, a lo que ella nos fuerza en el juego de una relación constante con nosotros mismos, con los demás y el mundo; un pensar filosófico que se expresa como una actividad por excelencia creativa. Por ello, insistimos en la pregunta por las experiencias productivas individuales y colectivas que realizamos a diario y quedan cubiertas por el velo de lo habitual. Desde esta perspectiva, la perspectiva de la potencia de la vida, nos acercamos a la práctica del Taller de filosofía y política en el MTD La Matanza.
Palavras clave: Vida. Creación. Produción. Filosofía.
1 UNA EXPERIENCIA DE PENSAMIENTO EN LA SENDA DE DELEUZE
La filosofía convoca a la creación, se alía a la vida, impulsa múltiples expansiones del pensamiento, de la escritura. En el comienzo nos proponemos exponer las condiciones que hicieron posible el siguiente texto en el cual se plantea la preocupación por el concepto de creación/producción. Tal preocupación surge como una necesidad en tanto se conjugan preguntas del campo filosófico, artístico y político que plantearon un problema ineludible al que fue necesario atender, habitar, recorrer.
El presente texto se despliega en un intenso pensar con Deleuze: un pensar en relación a la vida, a lo que ella nos fuerza en el juego de una relación constante con nosotros mismos, con los demás y el mundo; un pensar filosófico que se expresa como una actividad por excelencia creativa.
La filosofía convoca a la creación, plantea problemas, y el concepto mismo de creación genera un campo de problematicidad. Puesto que, corremos el riesgo de que la apelación a la creación se convierta en un decir vacío alejado de nuestras experiencias cotidianas de pensamiento, de escritura, de enseñanza.
En nuestros días, tenemos la sensación de que los modos de pensar, de percibir, de sentir, se vuelven insuficientes, sentimos la necesidad de desplegar nuevas posibilidades de nosotros mismos. Pero, al mismo tiempo, nos percatamos de un cúmulo de dificultades, impedimentos que interceptan el pensar. El pensamiento se enlentece, el decir y la experiencia de la creación sufre una violencia que lo silencia, exige modificaciones en las condiciones de vida que nos constituyen y constituimos. Por ello, insistimos en la pregunta por las experiencias productivas individuales y colectivas que realizamos a diario y quedan cubiertas por el velo de lo habitual.
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Pensar el concepto de creación/producción significa un ejercicio de pensamiento afirmativo, experimental y en situación que involucra al quien que piensa, lo impulsa a su propia transformación. En este contexto decimos creación y a la vez decimos producción, y de ese modo enfatizamos la ligazón entre procesos creativos a nivel de las artes, de la filosofía y de la producción material llevada a cabo en condiciones políticas singulares.
Por tanto, nos proponemos desplegar una dimensión de pensamiento filosófico que albergue un vínculo con el arte, con la política. Una dimensión de pensamiento en constante movilidad, abierta a las conversaciones con aquellos que se sientan afines, que lejos de pretender un decir definitivo abra una investigación-creativas de nuevos-antiguos modos de ser y pensar.
2 LOS TALLERES DE FILOSOFÍA
Apelo sin más al horizonte experimental de los Talleres de filosofía en el marco de Espacio de Pensamiento, que convocan a gente de actividades, formaciones y medios diferentes. A su vez, los Talleres se realizan en ámbitos diversos, lo que hace que el ejercicio de las diferencias sea un elemento motivador de la tarea.
Por su parte, en los Talleres de filosofía se ha desplegado una modalidad de trabajo que enlaza explícitamente el pensamiento y la producción al realizar configuraciones conceptuales que en su despliegue generan planos de pensamiento que estimulan el planteo de inquietudes e interrogantes y el involucramiento productivo de las personas que integran el colectivo de trabajo.
Al proponer este modo de ejercicio filosófico se tiene en cuenta que la devaluación de la vida forma parte de un sistema de creencia que se sostiene en la dificultad de vislumbrar la potencia de pensamiento, de producción propia de los seres humanos.
Los hombres y mujeres que concurren a los Talleres traen consigo experiencias, saberes, memorias y anhelos; traen consigo la peculiaridad de los espacios y situaciones que habitan, de las tareas que realizan. De ahí, la importancia de un ejercicio de pensamiento filosófico que no parta de la creencia en la carencia, sino que atienda a la capacidad de pensar y actuar, a la potencia productiva que posee cada uno, en tanto ser singular en relación y relacional.
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En este contexto entre los años 2002 y 2004 hubo una experiencia desarrollada en el seno de los movimientos sociales, en el MTD La matanza1. Donde se realizó un Taller de filosofía considerado como un emprendimiento productivo más entre los distintos emprendimiento que constituían la vida productiva del movimiento. En esta experiencia se produjo un despliegue muy enriquecedor, pues en cada reunión se planteaban los problemas que los integrantes del movimiento tenían a diario en relación a la vida colectiva, a la producción y al devenir de su propia existencia desde una perspectiva filosófica.
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Al hacer foco en los Talleres de filosofía intentamos atender a las experiencias colectivas-productivas realizadas en nuestras localidades; dar lugar a nuevas visibilidades, disponernos a una escucha poética, productiva del pensamiento y de las prácticas de hombres y mujeres, teniendo en cuenta, también, las memorias que hablan en ellas.
Las experiencias políticas vividas en los últimos tiempos muestran la necesidad de las personas implicadas de tomar la vida a su cargo, de desarrollar instancias productivas en las cuales el problema de la creación/producción se vuelve acuciante en tanto que los caminos habituales son cada día más difíciles de transitar.
En relación a dicha problemática en la actualidad, en una experiencia realizada en la Escuela de Bellas Artes, de la Universidad de la República del Uruguay, vemos inquietudes, búsquedas en resonancia, en tanto que para aquellos jóvenes y no tan jóvenes que se acercan a las prácticas artísticas el pensamiento-deseo-creación no deja de ser un problema que se plantea a diario.
3 LA PROBLEMATIZACIÓN DEL PRESENTE
La pregunta por el presente, por las mutaciones en curso, por la emergencia de lo nuevo pone en movimiento un proceder filosófico en relación con la vida, con lo que pasa en lo que nos pasa en este tiempo-lugar. El pensamiento filosófico, desde esta perspectiva nos conduce a pensar el tiempo, a pensar las transformaciones que atravesamos y nos atraviesan, a captar las señales de lo nuevo, los elementos intempestivos que traen consigo la experiencia del devenir. También, nos impulsa a desplazar la mirada de la linealidad histórica, de la supremacía de los hechos, al brindarnos la posibilidad de pensar el tiempo de profunda mutación que estamos viviendo.
Hace unos años vivimos en estos territorios una intensificación de las mutaciones. Junto a las formas políticas habituales se expandieron otras modalidades políticas que trajeron consigo apertura al diálogo, conexiones entre los distintos sectores de la sociedad; se propiciaron tramas existenciales renovadas, nuevas formas de solidaridad y el intento de modalidades económicas innovadoras. De una u otra manera, se abrió un horizonte de experiencias insospechado, un pulular de flujos intensivos de instancias colectivas inusitadas que enlazaron el pensamiento, el arte y la producción material.
Desde esta perspectiva la mirada se amplió, pudimos sentirnos en resonancia con otras experiencias realizadas en distintas zonas de América Latina que insistían en la necesidad de hablar en nombre propio, en la necesidad de pensar desde sus propias vivencias. Gracias a esas experiencias nos dimos cuenta de que estábamos más conectados de lo que creíamos, de que los acontecimientos transformacionales siguen vigentes, de que la andadura que transitamos continúa siendo, de distinta manera, la de aquellos que insisten en crear e inventar nuevas posibilidades de vida.
4 Un plano de entrecruzamiento: filosofía, arte y política
4.1 La actividad filosófica, una ontología del presente, una ontología crítica de nosotros mismos (FOUCAULT, 1985)
Pensar la creación/producción con Deleuze permitió encontrarnos con Nietzsche, con Spinoza, desplegar nuevas resonancias y expansiones avanzar en la configuración de una imagen del pensamiento que nos permitiera pensar, percibir, aquello que de otro modo nos hubiese sido difícil vislumbrar.
El pensamiento filosófico introduce silencio, disuelve el sentido instaurado, abre la posibilidad de que las cosas no sean lo que creemos que son. Efectúa un peculiar ejercicio de pensamiento, en su despliegue realiza una actividad problematizante y creativa mediante la cual, fuerza a la pregunta, toma distancia de lo establecido, de lo ya dicho, abre la posibilidad de la creación, de una pertinaz modificación de nosotros mismos.
La actividad filosófica se realiza a nivel lógico-ontológico, ético-político, resuena en los distintos aspectos de lo humano y el mundo. Adquiere el mayor vigor de su fuerza crítica al desplegar el proceder de la pregunta ontológica: pensar en la problematización misma, involucrando existencialmente a aquel que piensa.
La afirmación de un pensamiento-creación abre nuevas dimensiones: el pensamiento se vuelve acción y en su despliegue modifica el sentido y el valor de la acción. La acción pierde las características que hicieron de ella un mero operar en el plano de los objetos, regido por la conducción inmediata de un imperativo movilizador. La acción expresa la potencia del pensar creativo, los flujos deseantes que se despliegan en las múltiples producciones que hacen una vida (TELES, 2009).
El pensamiento imbricado a la acción, se efectúa en la experiencia, se enlaza a las sensaciones se vuelve cuerpo, afectividad y en su fluir crea composiciones conceptuales-afectivas de distinta tonalidad y consistencia.
4.2 “No hacer lo visible, sino hacer visible”
En arte, tanto en pintura como en música, no se trata de reproducir o de inventar formas, sino de captar fuerzas. Incluso por eso es porque ningún arte es figurativo. La célebre fórmula de Klee ´no hacer lo visible, sino hacer visible` no significa otra cosa. La tarea de la pintura se define como el intento de hacer visibles fuerzas que no lo son (DELEUZE, 2002).
Pero, ¿cómo pensar la fuerza?, ¿cómo pensar la relación? Pensar la fuerza es pensar la relación, “el ser de la fuerza es plural” (DELEUZE, 1993, p. 14), lo propio de la fuerza es la relación. La fuerza es plural, es una relación de intensidades que expresa una diferencia dinámica; no es más que la relación de intensidades que la constituye. Las fuerzas no se dejan atrapar por las formas, ni por las sustancias, “escapan, escándalo de los escándalos a toda referencia óptica” (BLANCHOT, 1993, p. 265).
Se abre una dimensión del pensamiento en la cual la relacionalidad intensiva adquiere relevancia, la forma y la materia abandonan la primacía. El pensamiento de las intensidades, de las fuerzas, expresa el poder afectivo del mundo, abre nuevas dimensiones, se libera del imperio de la luz o las sombras, de la determinación o la indeterminación… “la fuerza escapa a la luz; no es lo que sólo estaría privado de luz, la oscuridad” (BLANCHOT, 1993, p. 265).
Nietzsche (1967, p. 393) nos dice,
¿Y sabéis qué es para mí el mundo?…
Este mundo es un prodigio de fuerzas, sin principio, sin fin […], uno y múltiple; […] un mar de fuerzas corrientes que se agitan en sí mismas, que se transforman eternamente.
En ese sentido el pensamiento de Nietzsche insiste en una nueva-antigua configuración del mundo, el mundo y su propio Afuera. Una visión artística, mundo de composiciones múltiples, de cuerpos, poder de afectar y ser afectado, universo de pura relacionalidad. Una materia-ser deviniente en metamorfosis permanente expande su potencia, en su despliegue muestra el poder de afectar y ser afectado, manifiesta su esencia productiva como producción de producción: produce y al producir se produce.
El arte, al asumir su potencial metamorfósico, hace visible, genera composiciones relaciones, intensivas: composiciones cuerpo/sensación/imagen: nuevos modos del mundo.
4.3 La creación de un pueblo, la emergencia de territorios afectivos y productivos
El pueblo falta y al mismo tiempo no falta. […] esta afinidad fundamental entre la obra de arte y un pueblo que todavía no existe, no es ni será clara jamás. No hay obra de arte que no haga un llamado a un pueblo que no existe todavía (DELEUZE, 1987).
La pregunta por la “creación de un pueblo”, de territorios afectivos y productivos se vuelve una pregunta política fundamental y resuena tanto a nivel filosófico como artístico. ¿Cómo generar las mejores condiciones para el aumento de la potencia creativa? ¿Cómo generar campos afectivos, productivos que posibiliten el aumento de la potencia creativa singular-colectiva?10 (DELEUZE, 2003).
En tanto la política se desplaza del pensamiento de lo general e intenta problematizar las condiciones de existencia, de relación y producción que se da en los distintos ámbitos aparece la preocupación por cómo generar territorios afectivos que estimulen el despliegue de las mejores condiciones para la vida colectiva.
5 En el campo de la filosofía
En el campo de la filosofía vislumbramos ciertas dificultades en tornos al concepto de creación/producción que provocan la necesidad de elaborar una configuración conceptual que dé lugar a un plano de pensamiento donde la cuestión planteada adquiera un nuevo vigor.
El pensamiento de Deleuze, su lectura de Spinoza, nos ayudan en la tarea, puesto que los conceptos de naturaleza naturante / naturaleza naturada, de ser unívoco, de inmanencia productiva, como de singularidad y relacionalidad aportan una perspectiva enriquecedora a la hora de pensar la creación/producción desde un plano lógico-ontológico que toma distancia del pensamiento hegemónico en Occidente.
5.1 El modo humano: potencia productiva de pensar y actuar
Siguiendo a Spinoza (1980)[11] podríamos considerar a los seres humanos como singularidades en constante movilidad, en generación y mutación permanente. Las singularidades son modos intrínsecos de la Naturaleza, en sí mismos son conatus, potencia interna que los lleva a perseverar en el ser, a regenerarse continuamente, a transformarse.
5.2 El ser unívoco: individuación y singularidad
En la pista de Spinoza y de Deleuze, el concepto de univocidad del ser, intensifica un desplazamiento crítico y creativo que trae consigo el abandono de la hegemonía del dualismo ontológico del ser/ente, de un modo de concebir el ser propio de la tradición metafísica occidental.
El ser unívoco se expresa en las singularidades intensivas (multiplicidades), en los modos intrínsecos del ser. No hay separación jerárquica entre el ser unívoco y su expresión: las singularidades, diferencias móviles y comunicantes. El ser unívoco, materia-ser deviniente, despliega su potencia productiva como inmanencia: produce y al producir se produce. La univocidad del ser y la lógica relacional que la atraviesa no omite la singularidad, sino que la enriquece gracias a la consideración de procesos de singularización intensivos y relacionales: la singularización se vuelve intensiva, procesual, acontecimiental.
5.3 La relacionalidad
En el despliegue de una ontología univocista los modos intrínsecos, singulares y relacionales a la vez, se encuentran en un juego de afecciones múltiples. Cada singularidad adopta el carácter de un quien que quiere relacional y en relación.
La relacionalidad es pura potencia colectiva de ser y de existir. Ella se realiza en tramas de distinta tonalidad afectiva: la disminución o el aumento de la potencia singular, influye en la tonalidad afectiva de la trama relacional. El pensamiento se vuelve afectivo cuando atiende a las afecciones y a los afectos. Usualmente pensamos la lógica relacional como relación entre términos separados entre sí. Pensamos la vida mediante la lógica de las cosas y del intercambio entre cosas. Comprender los enjambres relacionales que constituimos y nos constituyen conlleva una lógica afectiva, que alberga la movilidad relacional, el poder de afectar y ser afectado.
5.4 El tiempo: devenir y acontecimiento
En este contexto el concepto de devenir cobra relevancia. Se distingue de la historia, del tiempo de los hechos. El tiempo, devenir poblado de acontecimientos, composiciones temporales, se expresa en múltiples dimensiones. Los acontecimientos se encarnan en hechos y en situaciones, pero siempre hay algo del acontecimiento que se escapa a su efectuación, que se sustrae a toda encarnación, que no puede ser atrapado por la historia en su lineal sucesión de presentes.
Los acontecimientos pertenecen al devenir, lo expresan, son composiciones temporales de múltiples dimensiones en permanente actualización y efectuación, constituyen la trama misma de la vida. Percibirlos es atender a las situaciones cotidianas, a los aspectos inusitados de la experiencia que propician. Las situaciones encarnan los acontecimientos, en ellas vibran las potencias mutacionales, las pistas para la creación que el devenir trae consigo.
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Desde nuestra perspectiva, pensar la creación/producción requiere configuraciones conceptuales que en su desplieguen generen planos de pensamiento inmanentes constituidos por una lógica relacional que aporte fluidez, movilidad al pensamiento -experiencia creativo. A su vez, permita vislumbrar la importancia ético-político de tales experiencias en la medida que su efectuación trae consigo un enriquecimiento al estimular las transformaciones de las modalidades existenciales individuales y colectivas.
6 Imagen del pensamiento: pensamiento en imagen
El concepto de imagen del pensamiento enriquece lo dicho anteriormente puesto que las configuraciones conceptuales adquieren una peculiar movilidad desde esta perspectiva. Además, gracias a él es posible aproximarse a una modalidad de pensamiento composicional, a una operatoria filosófica que despliega configuraciones donde los conceptos se ligan a afectos y perceptos. Nos permite también, abandonar la hegemonía de un pensar discursivo donde la creación se adhiere a un régimen causal regido por la finalidad y la determinación formal.
En esta perspectiva, el pensamiento deleuzeano nos presenta ciertas dificultades, puesto que a la vez que nos propone el concepto de imagen del pensamiento, insiste en la necesidad de un pensar sin imagen. Tal consideración provoca una cierta inquietud puesto que vislumbramos que el mismo concepto de imagen del pensamiento trae en ciernes un enriquecimiento del propio concepto de imagen.
En otras palabras, el mismo concepto de imagen del pensamiento exige un modo de concebir la imagen que trae consigo un desplazamiento, en tanto es necesario que la imagen misma pierda su carácter representacional, rompa su subordinación a las cosas y a los objetos, al reconocimiento y a la representación; su dependencia a un tipo de racionalidad que a nuestro entender tiene su comienzo incipiente en la filosofía platónica que hace de las imágenes meras formas degradadas.
Deleuze, en ese sentido, en relación a la pintura nos dice,
Lo figurativo (la representación) implica, en efecto, la relación de una imagen con un objeto que se supone que ilustra pero implica también la relación de una imagen con otras imágenes dentro de un conjunto compuesto que otorga precisamente a cada una su objeto. (DELEUZE, 2002, p. 14)
Abandonar la perspectiva de la imagen-representación es a la vez abandonar la subordinación de la imagen al objeto, a un tipo de racionalidad cognitiva que establece la relación sujeto-objeto como modo privilegiado de relación con el mundo. Lo que no significa irracionalidad, ni negación del conocimiento, todo lo contrario, significa apertura a otros modos de racionalidad, o otros modos de conocimiento.
En este punto se vuelve imprescindible aproximarnos a los libros sobre cine, en ellos encontramos un intenso tratamiento de la imagen en resonancia al pensamiento de Bergson, un desplazamiento radical en el modo de considerar las imágenes que nos permite volver a pensar en ellas desde una perspectiva renovada.
6.1 Imagen-movimiento/imagen-tiempo
El recorrido de Deleuze en relación al pensamiento cinematográfico es un aporte muy valioso en tanto pone a la imagen en relación al tiempo. La distinción entre la imagen-movimiento y la imagen-tiempo abre el camino para el despliegue de distintos modos de pensar, de percibir y experimentar el tiempo.
En la imagen movimiento, según él, aún permanece la concepción aristotélica de tiempo y lugar. El tiempo se subordina al movimiento, a un tipo de espacio. Ella aporta una representación indirecta del tiempo. Los movimientos pueden ser variados rítmicos o intensivos, pero deben ser normales. El movimiento se considera normal cuando está determinado y regulado.
En la imagen-movimiento encontramos lugares determinados, móviles que se desplazan desde un punto inicial a un punto final y observadores que analizan, comparan, cuantifican y miden la experiencia. Las relaciones que se establecen en este tipo de imagen son localizables, poseen encadenamientos actuales y conexiones causales. El movimiento que en ellas se opera integra un campo de fuerzas, de oposiciones y tensiones que remite a leyes que organizan y distribuyen las fuerzas en el espacio. Las imágenes propias de la imagen-movimiento poseen un encadenamiento racional, de asociación, de semejanza, de contraste o de oposición.
Por su parte, existe un correlato entre el régimen temporal propio de la imagen-movimiento y la vida de los personajes, ellos se encuentran atrapados en esquemas sensorio-motores, de acción y reacción.
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Según Deleuze (1995)12, la Segunda Guerra Mundial pone en cuestión el cine de la imagen-movimiento y transforma profundamente el régimen de verdad. Surge un nuevo tipo de situaciones que provoca otros modos de percibir: otra visión, otra audición. La vida misma y el cine muestran situaciones ante las cuales ya no se puede reaccionar, los personajes quedan paralizados, habitan espacios cualesquiera, no determinados, vacíos o desconectados.
Los personajes sufren un colapso, no son capaces de una acción-reacción, sólo perciben y la percepción misma se transforma, otro tipo de visión, otra audición. Aparecen situaciones ópticas y sonoras puras que ni se prolongan en acciones ni son inducidas por una acción. Captan lo insoportable. El esquema sensorio-motor propio de la imagen-movimiento se rompe, las percepciones y acciones no se encadenan, los espacios no se coordinan, aparecen relaciones no localizables y de no contigüidad: otros modos de pensar, de actuar, de sentir.
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En las situaciones ópticas y sonoras puras, los personajes son verdaderos videntes, no pueden reaccionar, no saben cómo responder, entran en un ir y venir, aparentemente indiferente a lo que les sucede, han ganado en videncia pero han perdido la posibilidad de reaccionar. Adquieren una percepción activa capaz de acceder a otras modalidades temporales. Se realizan nuevos “vínculos que colocan a los sentidos emancipados en una relación directa con el tiempo, con el pensamiento. Hacer sensible el tiempo, el pensamiento, hacerlos visibles y sonoros.” (DELEUZE, 1987, p. 32)
La imagen-tiempo muestra presentaciones directas del tiempo, no alude ni a un tiempo metafísico como totalidad abierta, ni a un tiempo empírico, como sucesión de presentes, escapa al mundo de los tópicos, de las situaciones previsibles y establecidas. El tiempo abandona la subordinación al movimiento. Se crea una relación distinta entre el tiempo y el movimiento, puesto que el movimiento muestra su esplendor, ya no depende del espacio. El tiempo deja de ser el número del movimiento, abandona las relaciones de número, el desarrollo regulado de la acción, el movimiento normal definido por la motricidad; se presenta directamente, como apertura infinita.
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Consideramos pues, que no se trata de distinguir entre dos lógicas, no se trata de separación y contraposición, sino de aproximarnos a otras modalidades de nuestra propia experiencia, otras modalidades temporales, que aporten la posibilidad de pensar y percibir las tramas intensivas, relacionales, afectivas que nos albergan y nos constituyen.
Solemos desconocer nuestra capacidad de ver y oír; sólo vemos las formas, los géneros y las especies, no tenemos ojos ni oídos para los cúmulos intensivos, para las afecciones y los afectos, para la afectividad del mundo y de nosotros mismos.
Pero, la vida fuerza al pensamiento, surge la pregunta cómo decirlo intensivo, el tiempo, el devenir, eso que pasa en lo que nos pasa. Deleuze (2002, p. 63) nos dice, “Son acaso la Vida, el Tiempo, hechos sensibles, visibles? Hacer visible el tiempo, la fuerza del tiempo. Hacer el tiempo sensible en sí mismo, tarea común al pintor, al músico, a veces al escritor.”
De ese modo, se abre una vía para el arte, la escritura, también para la filosofía, hacer visible, intentar ver y oír aquello que de otro modo no hubiese sido posible… abrirse a las sensaciones, a sus resonancias; a las afecciones y los afectos; dar lugar a modalidades de pensamiento que alberguen las mutaciones: el devenir y los acontecimientos.
7 El tiempo, una cuestión que insiste a la hora de pensar la creación/producción (TELES, 2002)
Desde nuestra perspectiva, decimos que pensar el tiempo resulta difícil, no estamos acostumbrados a ver, a oír sus signos, lo hemos subordinado al curso de la historia; lo hemos sojuzgado al transcurrir y a la sucesión, a un tipo específico de movimiento.
El tiempo lineal genera las condiciones de una experiencia temporal que focaliza el origen y el fin, una monótona sucesión de principios y finales. El proceso es considerado como el cauce de un río, que transcurre en una sola dirección. A lo sumo, se admiten algunos saltos, algunas bifurcaciones, la dirección siempre es la misma. Así, lo nuevo, no es más que una modificación del actual estado de cosas, la producción una operación subordinada al objetivo final.
Aún vivimos bajo la regencia del tiempo lineal y cronológico. Tiempo vertiginoso que constituye un mundo de metas a cumplir, de actividades a realizar, de objetos a obtener. Tiempo que nos quita el aliento, que nos obliga a correr hacia adelante, que nos convierte en muñecos enloquecidos a punto de estrellarnos contra un paredón: tiempo del nihilismo.
Sin duda, la temporalidad lineal histórica no brinda los medios adecuados para pensar y experimentar en toda su riqueza los procesos productivos en los que irremediablemente nos encontramos.
Llevamos siglos de apego a lo determinado y a las determinaciones, a un modo del espacio, del tiempo, del cambio y el movimiento; al temor en caer en lo indeterminado, en el abismo de lo indefinido, en el desorden, en la confusión. Por esa razón, el pensamiento occidental se empeñó en reducir el devenir, en hacerlo inteligible capturándolo en esquemas racionales que permiten la ilusión de su dominio.
Sin embargo, el devenir insiste, nos hace señas. Los encuentros, las conexiones no causales nos sorprenden y nos sumergen en un mar relacional, en un mar de visiones y de sonidos inusitados, emergencias intempestivas que muestran una trama dinámica de afecciones, otras modalidades temporales que impulsan a abrirnos a los acontecimientos que constituyen nuestra vida.
8 Pensar la creación
8.1 Primera aproximación: enlentecimientos
La configuración planteada genera una composición de pensamiento que posibilita despejar algunas ideas-fuerzas que operan de forma imperceptible en nuestros modos de hacer/decir a la hora de pensar los proceso de creación/producción, y finalmente, culminan obstaculizando el despliegue de la potencia creadora que habita en cada quien.
En nuestros días, aún perdura una antigua lógica causal, cuando se determina la creación/producción por una idea formal, por un objetivo final, se la supedita al sujeto-hombre y se considera la materia como un elemento exterior a trabajar. El esquema dualista de pensamiento opera de forma tal que la creación misma adquiere ese carácter.
La persistencia de la modalidad productiva que sostiene al sujeto-hombre racional portador de una voluntad libre como agente, como principio de la acción creativa continúa determinando la comprensión de los procesos productivos. En ese esquema la voluntad opera en función de un fin. El sujeto elige los fines en tanto se considera libre. La creación voluntaria se plantea como libre e inteligente.
Este modo de concebir la producción termina empobreciéndola, deja de lado la potencia/deseo de producción lo que trae consigo una dificultad a nivel de la apropiación y efectuación de la potencia. Al hacer depender la producción de elementos exteriores a ella misma se pierde la pista de la propia potencia/deseo creativa.
8.2 Segunda aproximación: pistas deleuzeanas para pensar la creación/producción
Pensar con Deleuze abre caminos, sus textos nos dan las pistas para pensar la creación/producción desde una perspectiva renovada; nos tocará a nosotros continuar pensando en relación a nuestras experiencias de pensamiento, de vida. En este punto, tomaremos tres textos de Deleuze con el ánimo de compartir una lectura que oriente el pensar del concepto que nos ocupa.
La filosofía es la teoría de las multiplicidades. Toda multiplicidad implica elementos actuales y elementos virtuales. […] (DELEUZE; PARNET, 1995, p. 179. Mi traducción)
La realidad de lo virtual consiste en los elementos y relaciones diferenciales, y en los puntos singulares que les corresponden. […] Cuando la obra de arte reclama para sí una virtualidad en la que se hunde, no invoca ninguna determinación confusa, sino la estructura perfectamente determinada que forman sus elementos diferenciales genéticos, elementos “virtualizados”, “embrionarios”. (DELEUZE, 1988, p. 338-339)
El plano de inmanencia contiene a la vez la actualización como relación de lo virtual con otros términos, e incluso lo actual como término con el cual lo virtual se intercambia. En todos los casos, la relación de lo actual y lo virtual no es aquella que podemos establecer entre dos actuales. […] mientras que la relación de lo actual y lo virtual forma una individuación en acto o una singularización por puntos extraordinarios a determinar en cada caso. (DELEUZE; PARNET, 1995. Mi traducción)
Los textos de Deleuze nos estimulan a insistir en la configuración conceptual en la que veníamos trabajando. La univocidad del ser, la inmanencia productiva contribuyen a pensar la creación en el movimiento actual-virtual. Se genera así una imagen del pensamiento donde la creación cobra renovado vigor y nos permite pensar nuestras prácticas filosóficas, políticas y artísticas desde una perspectiva relacional-intensiva, afectiva.
Desde esta perspectiva tanto el concepto de imagen del pensamiento, como el propio concepto de imagen contribuyen a pensar la creación en el despliegue de composiciones relaciones / acontecimientos / imágenes / cuerpos, en constante movilidad.
La cuestión de la creación se enriquece abandona la racionalidad discursiva, lineal, espacializada y el sometimiento a un régimen causal gobernado por dicha racionalidad. El pensamiento deleuzeano nos brinda señales para pensar la creación/producción como la emergencia de lo virtual en múltiples composiciones expresivas, como la movilidad constante del ser-unívoco-inmanente que se expande en la animación virtual-actual-virtual de un mundo de múltiples mundos.
8.3 Tercera aproximación: creación: necesidad y rebeldía
Pensar es crear, configurar. El pensamiento-deseo disuelve su unión con el ideal de verdad, se imbrica a la vida, enriquece la experiencia. Nos invita a iluminar los hilos creativos que recorren nuestras vidas, darle visibilidad a las tramas relaciones, a los devenires creativos, inventivos que suceden en lo que sucede: a las múltiples resonancias que se despliegan entre próximos y lejanos.
El pensamiento deleuzeano nos permite avanzar sobre la comprensión de una ontología univocista de la potencia, donde la potencia se despliega en la movilidad de afecciones múltiples, se expresa en cuerpos intensivos, composiciones relacionales de distinta consistencia. Las mujeres y los hombres, las plantas, los animales, los ríos y las montañas se presentan como cuerpos expresivos capaces de desplegar su potencial creativo en consonancia con el mundo-naturaleza del cual forman parte.
Desde esta perspectiva la expansión de la potencia creativa se vuelve necesaria y rebelde. El mundo y lo seres singulares-colectivos que lo constituyen crean por la necesidad de su potencia. La creación se vuelve el ejercicio activo, libertario de la potencia propia de cada quien, de cada singularidad relacional.
Por tanto, la potencia productiva en su despliegue actual-virtual-actual, necesariamente se produce y a la vez produce singularidades relacionales, intensivas y productivas. A la luz de una dimensión ontológica univocista relacional del ser, de una visión artista del mundo-Afuera, las cosas de este mundo adquieren colores renovados, se vuelve elementos creativos, composiciones relacionales y en relación.
Alcanzamos así, la fuerza rebelde de nuestra propia potencia productiva al desplegar dimensiones creativas de nosotros mismos en tanto seres singulares-colectivos, expresiones intrínsecas de un ser-vivir.
9 La política afectiva
La filosofía convoca a la creación hace una apuesta ética-política, afirma la importancia de pensar una modalidad que albergue la creación en sus distintos aspectos. De esa manera se abre el camino para una estética de la existencia, una experiencia política afectiva que afirma la creación de sí en relación indisoluble con la creación de nuevos modos del mundo.
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En el momento de concluir, resuenan el pensamiento de Spinoza, quien nos da las pistas de un pensamiento que aún nos cuesta vislumbrar, puesto que su filosofía abre un territorio conceptual en el cual la ética y la política adquieren un carácter peculiar.
Spinoza concibe la potencia, el deseo como potencia-ser productiva. Siguiendo su andadura, el pensamiento ético recobra su potencial vital y productiva abandona la esfera de la moral, del bien y el mal, del sistema del juicio, la pretensión de sostener modelos que indiquen cómo hay que comportarse. La ética se expresa en el ejercicio de la potencia, en los modos de existencia, en una peculiar relación consigo mismo y con los demás.
Desde nuestra perspectiva la ética manifiesta un modo de ser y de existir en relación a valores que se aceptan y eligen. En tanto ejercicio afectivo se realiza en conexión con el tiempo, con los acontecimientos que lo pueblan; convoca una dignidad peculiar: “ser dignos del acontecimiento” (DELEUZE, 1989, p. 157), de lo que sucede en lo que sucede. Brinda nuevos sentidos a la existencia.
Desde esta perspectiva, la ética se enlaza a una política que atiende a la vida singular, de hombres y mujeres. A partir de lo cual, la propuesta ético-política inspirada por Spinoza plantea, cómo generar las mejores condiciones para la apropiación, aumento y expansión de la potencia creadora de los hombres y mujeres; cómo realizar un ejercicio de deseo productivo como efectuación de la libertad.
La política, enlazada a la ética, muestra los territorios afectivos, se vuelve el oikos, el hogar en el que se actualizan las conexiones entre los seres, entre los más cercanos y los más lejanos. El hogar como instancia de convergencia, como espacio temporalizado, afectivo en donde prolifera y se despliega el querer, las producciones que nos potencializan y expanden.
La política enlazada a la ética, se vuelve afectiva expresa la relacionalidad, el poder de afectar y ser afectado propio de la vida. En este contexto la política adquiere relevancia en tanto ámbito donde pensar la vida colectiva a partir de nuestras experiencias, de sus posibilidades configurantes y productivas. Lo cual exige, el abandono de la regencia de lo público y lo general, como ámbito exclusivo de la política. Puesto que, desde esa perspectiva, se dificulta la captación de los acontecimientos mutantes y creativos que constituyen los enjambres relacionales de la existencia. Nos aleja también de la vida concreta, de sus devenires ínfimos, aquellos que manifiestan las prácticas laborales, el cuidado del cuerpo, la alimentación, los modos relacionales, las ansiedades y los amores.
Llegados a este punto las preguntas se multiplican, surge la necesidad de realizar un ejercicio de pensamiento que contribuya a experimentar los aspectos creativos/productivos de nuestras prácticas cotidianas, a fortalecer su despliegue, a problematizar y efectuar las relaciones necesarias para el fortalecimiento de la producción singular y colectiva. De ese modo, estimular diálogos creativos donde se vuelvan a considerar las tramas relaciones, el modo humano y su relación indisoluble con la naturaleza.
REFERÊNCIAS
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1 MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) ubicado en el partido de La Matanza en el Cono urbano bonaerense, Argentina.
10 En relación al texto de Deleuze, “El problema de la ontología es ¿cómo ser libre? ¿cómo efectuar su potencia en las mejores condiciones?”.
[11] En este punto seguimos las lecturas contemporáneas de Spinoza, específicamente Deleuze (1975, 1984, 2003) y Chauí (2004, 2011).
12 Desde su perspectiva, la Segunda Guerra Mundial, produce una ruptura de los esquemas sensorios motrices y del régimen de verdad. En el cine aparece un tipo de situaciones antes las cuales no se puede reaccionar, los personajes quedan paralizados. El personaje, como aquel que percibe, padece y reacciona sufre un colapso, se encuentran en situaciones ópticas y sonoras puras que traen consigo imágenes-tiempo que no tienen que ver con la sucesión del antes y el después.
Muy buen aporte. Gracias por compartirlo.