Presentación de Una filosofía del porvenir, 2da edición
Una segunda edición de un libro se presenta como un renacimiento inquietante, pliega sus memorias, trae consigo el momento de su escritura, de su aparición. Evoca su propio recorrido, sus encuentros, las tramas afectivas en las que se enlazó, se dispone a nuevas expansiones y efectuaciones.
Sin duda se trata de un re-nacimiento…
Recuerdo un día, poco después de su aparición en Julio 2002 cuando un amigo, físico-matemático que se dedicaba intensamente a la filosofía, me dijo, tu libro me gusta, hay cuestiones con las cuales coincido, otras que no y sobre las cuales me gustaría conversar más adelante, pero hay algo que no puedo comprender, para que público lo escribiste, a quien va dirigido, quienes son sus lectores…
La pregunta me conmovió, sentí la necesidad de escucharla, algo anunciaba…
En un primer momento, no pude más que responderle que en realidad no sabía, no tenía la menor idea de quienes serían sus lectores.
Sólo podía expresarle, cual era mi querer . A mi me gustaría- le dije- que este libro sea leído por “cualquiera”, por todos aquellos que tengan ganas de leerlo, que los desafíe a atravesar la dificultad de sus conceptos filosóficos y que sean capaces de enriquecerse con ellos. No importa si son filósofos o profesores de filosofía, no importa su grado académico, si son profesionales, estudiantes, científicos, técnicos o artistas… esas son clasificaciones, obedecen a ciertos ordenamientos, válidos, en ciertas dimensiones. A mi parece que el pensamiento filosófico los atraviesa, se cuela por el medio, genera otra trama.
En realidad, hoy creo que mi anhelo era que fuera leído por aquellos capaces de entusiasmarse con el pensamiento, con los desafíos que les presenta la vida, con sus alegrías y tristezas, con las ganas de pensar distinto a como estamos habituados a hacerlo, con las ganas de crear nuevos modos de vida.
Hace tiempo que pienso que la actividad filosófica es por excelencia creativa. Pensar, es crear conceptos, plantear problemas, hacer visibles cosas que en otras condiciones no hubieran podido verse. Por ello, mi deseo era compartir este texto con aquellos que también tuvieran ganas de producir, de crear nuevos modos de realidad.
En esos días, Una filosofía del porvenir inició su camino. La pregunta de mi amigo comenzó a responderse en el despliegue de su propia experiencia. Lentamente, muy lentamente según lo que me pude ir enterando comenzó a leerse en los medios habituales, en los ámbitos intelectuales. Pero más rápidamente comenzó a transitar por otros medios insospechados, empezó a ser leído por aquellos que estaban queriendo ese otro modo de pensar, de vivir y que en esos tiempos se reunían en las asambleas barriales, en rondas de pensamiento autónomo. Fue así que se aventuró en el conurbano bonaerense, en otras regiones como Paraná, Santa Fe, Rosario, Mendoza.
Por ello, hoy luego de unos años, vuelvo a recordar la pregunta de mi amigo, puesto que fue en sus lectores que encontré ciertas claves que me incentivaron a seguir estudiando, escribiendo, a seguir pensando con otros, con el anhelo siempre presente de encontrar las pistas que nos permitieran lograr los mejores frutos de las transformaciones en curso.
En relación con sus lectores, hoy quiero volver a evocar a uno de ellos, quien me mostró la riqueza de lo inesperado. Se que algunos de ustedes ya me han oído relatar este episodio, pero vuelvo a él, afirmando una repetición diferenciante, puesto que, en su repetición trae consigo gérmenes de lo nuevo, para este nosotros, este colectivo abierto y mutante que vamos lentamente gestando en este presente y en este lugar
A este lector, a Rubén lo encontré en el Cefocc, (Centro de formación en cultura comunitaria), del Movimiento de Trabajadores Desocupados La Matanza, en el conurbano bonaerense. Una tarde invernal llegamos al Barrio La Juanita, al local del MTD donde nos encontramos con personas del movimiento, del barrio, torneros, costureras y costureros, amas de casas, cartoneros, trabajadores rurales, obreros, … gente sin trabajo con ganas de vivir, de pensar mediante una lógica distintas los problemas vitales y políticos a los cuales se enfrentaban diariamente. Un grupo de personas que en medio de la profunda crisis que vivía la Argentina había tomado a su cargo la cuestión de la producción de pensamiento, la producción material y de nuevos modos de existencia, de subjetividad.
Para ser breve, fueron tiempos estimulantes, de mucho aprendizaje, pero lo que quiero evocar hoy es un episodio singular.
Una día luego del Taller de filosofía que se realizaba todos los domingos, Rubén me dijo, yo leí sólo dos libros de filosofía, este y otro, pero me puedo dar cuenta que el libro que tu escribiste es un libro político, plantea un nuevo modo de pensar y hacer política. La verdad, yo no estoy del todo de acuerdo con lo que decís, porque para mi la política es otra cosa… pero eso de los colectivos de producción que planteas en el capítulo 5, me gustaría conversarlo, porque algo de eso, nos está pasando a nosotros aquí, algo de eso también lo veo en otros lugares; quizás se trate de otro modo de entender la política, la ética; un modo de hacer política en relación a la producción, a la vida…
Rubén, en esos tiempos se había quedado sin trabajo, estaba sacando adelante junto a otros compañeros el emprendimiento de la panadería. Y era en la misma mesa de la panadería donde leía, con un diccionario a la mano, para entender las palabras que se le volvían difíciles.
Sin duda, es preciso admitir que algunas situaciones vividas nos impulsan a reelaborar conceptos, a seguir investigando, a aclarar las ideas. Lo vivido en aquellos tiempos me impulsó a afirmar una singular andadura del quehacer filosófico. Aquella que nos impulsa a escuchar, a realizar una escucha poética, como decía Prigogine en relación al proceder científico, a escucharnos a nosotros mismos, a los que nos rodean y al mundo. Podríamos pensar en una andadura de la filosofía como escucha poética, que estimula el despliegue de la relación de cada uno consigo mismo, con los demás y con la mundo-naturaleza.
Dicha escucha nos permite tomar distancia del estado de cosas vigente como único modo de la realidad, cómo única lógica de pensamiento y avanzar en el decir de Heraclito, “Quien no espera lo inesperado, no llegará encontrarlo, por no ser ello ni escrutable ni accesible” y es escuchando lo inesperado que podemos aventurarnos hacia una poíesis, una creación productiva de nosotros mismos y el mundo.
El quehacer filosófico desde esta perspectiva abandona la exclusividad de la aulas, gana las calles, el suelo de tierra, se despliega junto a los árboles y los ríos. Retoma su emocionalidad dialogal, su fuerza contra-dogmática, su capacidad para escuchar y pensar el acontecimiento.
Pensar el acontecimiento, lo que pasa y nos pasa, despliega una diferencia, lo singular y mutante en una situación, lo que trae consigo, embrionariamente, nuevas maneras de percibir, sentir y actuar; nuevos modos de relación con los demás y con el entorno.
Volver a pensar la ética y política significa afirmar la posibilidad de pensar y actuar, de vivir distinto. Afirmación que impulsa a avanzar sobre otros modos de comprender lo humano y el mundo-naturaleza, otros modos de los hombres y las mujeres, de los ríos y las montañas. La tarea del pensar se vuelve prioritaria, su propio silencio acalla las discusiones dogmatizantes, los rechazos o adhesiones vehementes que encolerizan los ánimos e inhiben la creación.
Algunas líneas del pensamiento filosófico contemporáneo abrieron los caminos; hoy nos toca a nosotros continuar pensando en relación a las experiencias colectivas que transitamos. Es preciso asumir la propia potencia de pensar, reelaborar conceptos bajo coordenadas distintas. Pensar una política relacional, contribuyan a la creación de nuevos formas de vida comunitaria
Sin duda, la presentación de Una filosofía del porvenir es una celebración mediante la cual afirmamos la creación y el porvenir. El pensamiento se enlaza a la vida se vuelve creación efectiva de realidad, convoca a las potencias de la amistad, contribuye a la creación de nuevas tramas afectivas, nuevas territorialidades que den lugar a su vez, a la producción de comunidades productivas dinámicas en las cuales primen relaciones libertarias y de amorosidad.
Escrito por Annabel Lee Teles
Montevideo, 1 de octubre, 2007.