El acto de creación / Una apuesta ético-política a la vida comunitaria
Escrito por Annabel Lee Teles
I
En primer lugar, quiero agradecerles a los organizadores de este evento la invitación a participar en esta mesa que me brinda la posibilidad de compartir con todos ustedes este momento inaugural, aquí, en este lugar. Donde, anidan tanto pliegues penosos de nuestra memoria, como fragmentos de alegría, de realizaciones artísticas, teatrales. Momentos de recuperación como éste, donde nuevamente, en este espacio se afirma la vida.
La convocatoria de este evento, nos fuerza a pensar en este tiempo y en este lugar. A pensar el presente y las transformaciones que en el ocurren, a pensar la memoria. Pensar el presente no significa hacer una descripción de los hechos, del actual estado de cosas, significa alumbrar los signos del devenir que expresan la emergencia de múltiples mutaciones, que traen consigo la posibilidad de ser distintos de como somos.
Volver a pensar la memoria adquiere relevancia. La memoria nos colectiviza, ilumina los vínculos entre los seres. Nos brinda la posibilidad de experimentar las tramas relacionales, los acontecimientos que pueblan el mundo y constituyen nuestras vidas. No es cuestión de edades, la memoria insiste aún en los más jóvenes. En cada quien se pliega de un modo singular, señala el rumbo por donde caminar para alcanzar las tramas afectivas que son la condición para el despliegue de una vida renovada.
Pensar la memoria colectiva, pensar la propia memoria significa mirar nuestra vida actual, pensar su sentido y su valor. Pensar, también los recorridos efectuados y las afirmaciones realizadas.
En los días pasados, cuando comencé a escribir este texto, se me presentaron muchas imágenes, palabras, gestos fugaces. Junto a ello, lentamente se impuso la pregunta por el sentido de las búsquedas, de los afanes, de la tenaz insistencia de tantos de nosotros en encontrar mediante el pensamiento y la acción las sendas que nos condujeran a territorios de libertad y justicia por los cuales habíamos luchado en nuestra juventud.
En esos días, me volvió la sensación de ese anhelo que me empujó por la espalda durante los 30 años que viví en la Argentina. Ese afán que me obligó a estudiar, a investigar a transmitir a otros que no existen los callejones sin salida, que los deseo de transformación aún tienen vigencia, que no son exclusivos de una generación, deuna época y tampoco forman parte de un pasado irrevocable.
La historia de las ideas, su genealogía, me dio las pista de que antes, mucho antes de nosotros hubieron otros que buscaron, de diferentes modos los caminos que condujeran a otros modos del mundo, donde fuera posible relaciones libertarias y amorosas entre las personas.
Sin duda, la memoria, guarda en sí un potencial emancipatorio, enriquece el presente, actualiza el pasado y da lugar al porvenir.
II
La preparación de este texto, me ayudó a comprender profundamente el sentido de tantos años de enseñanza e investigación filosófica donde la preocupación ha sido trabajar en esa difícil relación entre la filosofía y la vida, entre el pensamiento y la producción –digo producción en un sentido amplio que incluye la creación artística, pero que no deja de lado la producción material, ni las distintas modalidades productivas que realizan los seres humanos.
Pude vislumbrar que ese pertinaz deseo de pensar el acontecimiento, lo que pasa y nos pasa, era un modo de intentar pensar la construcción colectiva de nuevos modos de vida, en los cuales fuera posible integrar a aquellos que siempre culminan por quedar afuera.
Los fragmentos de pasado nos revolotean, insisten. Nuestros anhelos forman parte de una memoria colectiva que adquiere cuerpo, consistencia. Las experiencias vividas aquí, en este territorio, adoptan nuevos sentidos, nos hacen volver la mirada, escuchar las voces de otros tiempos, aquellas que señalan andaduras singulares.
Los relatos de las experiencias vividas resuenan en nosotros. El recuerdo de los cuentos que hacía mi madre en los que evocaba sus viajes por el interior del país, junto a otros maestros en las misiones pedagógicas me abrió una nueva perspectiva. La memoria de esas experiencias me dieron las pistas para pensar que la enseñanza no se limita a las aulas, que el ejercicio del pensamiento y el arte no es exclusivo de las formas establecidas. Me percaté de que hoy era importante escuchar los anhelos de creación de aquellos maestros, de mi madre que en una escuela de Poblado del Sauce, en el departamento de Lavalleja, sembró las semillas para la creación de una comunidad educativa, artística y productiva.
Los fragmentos de memoria se componen y se descomponen. Nos dicen acerca de las luchas de los hombres y mujeres; de épocas de opresión, de persecuciones, de torturas y asesinatos. Nos dicen de las tramas afectivas en las que vivimos, pensamos y actuamos; del presente y de la transformación. Nos dicen, también, de deseos éticos y políticos de otros modos del mundo.
III
¿Cómo y hasta donde es posible pensar distintos? La pregunta de Foucault formulada en el campo de la filosofía ha sido una guía del pensamiento para muchos de nosotros. Ella insiste en nuestros días, orienta el pensamiento filosófico, despeja un nuevo-antiguo camino. La filosofía no se limita a legitimar el conocimiento y asegurar la acción, abandona la voluntad de verdad, como su único propósito.
El pensamiento filosófico se realiza en relación a la vida, a los acontecimientos que la pueblan, expresa una preocupación por aquello que pasa y nos pasa; abre una fisura en el presente, da lugar a lo nuevo, a lo que se distingue del estado de cosas vigente; ilumina las señales de la transformación.
Los problemas filosóficos son problemas vitales, conciernen a los hombres, a las mujeres, al mundo. Los problemas traen consigo focos intensivos, urgencias, aprisionamientos de las fuerzas vitales que producen fisuras por donde se introduce la potencia mutante del devenir. Plantear problemas y comprenderlos exige abrirse a las sensaciones, a las intensidades que nos recorren y nos atraviesan, a las dimensiones afectivas que constituyen la vida de los seres y del mundo.
La filosofía se vuelve un ethos, una actitud que conlleva un modo de relación con el mundo, con los demás y consigo mismo. La filosofía recobra su vigor, dice los acontecimientos, da cuenta de su sentido y de su valor, estimula la afirmación de un pensamiento ético-político como ejercicio de libertad.
IV
La relación de la filosofía con el arte ha sido delicada desde los tiempos de Platón. En la senda de Nietzsche y de algunos de sus antecesores, Gilles Deleuze, filósofo francés contemporáneo, plantea una relación intrínseca entre la filosofía y el arte. En relación a la pintura nos dice, la filosofía espera algo que sólo la pintura puede darle. La pintura impone un destello nuevo sobre los conceptos filosóficos.
Según él, la filosofía es una actividad esencialmente creativa, crea conceptos. Su trabajo de elaboración conceptual lo aproxima al arte, crea conceptos filosóficos en relación al arte. En algunos de sus textos nos encontramos con ideas interesantes a la hora de pensar la relación entre arte y política. Tomaré aquí cuatro ideas que pueden contribuir en ese sentido.
Primera
En esa sintonía, la noción de diagrama se vuelve un concepto lógico, filosófico que guarda una relación privilegiada con la pintura. La noción de diagrama pictórico pone en relación necesaria dos ideas, la idea de caos y la de germen. El diagrama se considera como un caos del cual algo emana: un caos presente sobre la tela para que algo salga en ella. El diagrama deshace la representación y hace surgir la presencia. Mediante el caos se deshacen los endurecimientos formales, lo ya dado, para dar lugar a lo nuevo.
Segunda
El acto de creación expresa necesariedad, la creación conlleva necesidad. Un creador no es un ser que trabaja por placer. Un creador no hace más que aquello de lo que tiene absoluta necesidad.
Tercera
El acto de creación deviene un acto de resistencia. Deleuze nos dice, de modo radical, la obra de arte no es un instrumento de comunicación, ella no contiene información. La información es el sistema controlado de las palabras de orden que tienen lugar en una sociedad dada. Según él es preciso una desobediencia permanente al sistema de control que dice lo que tenemos que creer, hacer y decir. La desobediencia al sistema de control sólo se logra cuando la contra-información se vuelve un acto de resistencia. La obra de arte en tanto acto de creación es un acto de resistencia.
Cuarto
Leo a Deleuze,
Sólo el acto de resistencia resiste a la muerte, sea bajo la forma de obra de arte, sea bajo la forma de una lucha de los hombres. Y ¿qué relación hay entre la lucha de los hombres y la obra de arte? La relación más estrecha y para mí la más misteriosa.
Exactamente eso que quería decir Paul Klee cuando decía: «Ustedes saben, falta el pueblo».
(…) esta afinidad fundamental entre la obra de arte y un pueblo que todavía no existe, no es ni será clara jamás. No hay obra de arte que no haga un llamado a un pueblo que no existe todavía.
V
La relación entre el arte y la política se plantea sobre la afirmación de que el pueblo falta, él no existe todavía…, no está dado y es preciso inventarlo cada vez. El pueblo no refiere a un pueblo supuesto, tampoco a la añoranza de un pueblo legendario, sino al modo de contribuir a la invención de infinidades de pueblos por venir, dinámicos, mutantes, comunidades capaces de dar lugar a nuevos modos de vida.
El pensamiento político en su relación con el arte y la filosofía sufre una transformación. El concepto de diagrama, caos-germen, afirma la disolución de la rigidez propia de las formas establecidas, da lugar una modalidad diferente a una presencia directa de la vida, de la creación en lo político.
El concepto de diagrama aporta a una lógica temporal, mutacional que estimula la emergencia de actos de resistencia que lleven en sí el germen de la creación. El acto de creación se vuelve necesario, expande la potencia creadora singular del artista, como expresión de la potencia creadora del mundo. En este sentido, artista será todo aquel que gracias una inmersión en el juego relacional de la vida, a una intensificación de la relación con los demás y con el mundo, logra una afirmación singular y necesaria de su potencia creadora.
VI
En este momento, me gustaría hacer una breve mención al pensamiento de Spinoza, filósofo del XVII para enriquecer la relación entre política, arte y filosofía. Puesto que, su pensamiento subyace en el planteo ético-político que estamos realizando.
Deleuze lee a Spinoza y a Nietzsche para él ambos guardan un vínculo muy estrecho y configuran un plano de pensamiento singular en el que se despliega la potencia creadora como potencia-ser. El ser se define en su potencia de existir y producir. Las consideraciones de la potencia, de la productividad, de la creación nos remiten a la ontología, al pensamiento del ser, a la pregunta por la realidad.
En lo referente a la política, lo peculiar del pensamiento de Spinoza es que la política se une a la ética y a la ontología. El pensamiento que concibe el Ser es el mismo que anima la ética y la constitución práctica de la organización política.
En esta perspectiva, el problema ético-político fundamental es ¿cómo ser libre?, ¿cómo generar las mejores condiciones para efectuar la potencia productiva?, ¿cómo realizar un ejercicio de libertad capaz de enlazar el deseo y la creación? La propuesta político-social de Spinoza sería cómo generar las condiciones para la apropiación, aumento y expansión de la potencia creadora de los hombres y mujeres.
VII
En el momento de concluir, las preguntas se multiplican, cómo devenir seres productivos capaces de ejercer su potencia-deseo de creación; cómo generar las mejores condiciones para el despliegue de procesos creativos; cómo generar un plano de pensamiento y producción donde se elaboren estas cuestiones y a la par, se atienda a los problemas a nivel del trabajo, la alimentación, la salud y la vivienda de las personas.
Acaso, volver sobre nuestra memoria nos permita abordarlas desde una perspectiva diferente a la habitual. Quizás ello, nos anime a generar instancias de vida colectiva donde el arte, la filosofía, la ciencia abandonen la exclusividad de las aulas, ganen las calles, el suelo de tierra, se desplieguen junto a los árboles y los ríos. Donde los saberes y las prácticas productivas contribuyan mediante investigaciones innovadoras a la formación de comunidades educativas, artísticas y productivas.
En ese contexto, el arte, al asumir su potencial metamorfósico, al expandir y efectuar mediante su específico ejercicio la potencia creadora de los seres, realiza una apuesta ético-político capaz de desplegar relaciones libertarias, de composición y alegría.
Escrito por Annabel Lee Teles
Bibliografía
Foucault, M., El uso de los placeres, Historia de la sexualidad II, Siglo XXI, México 1988.
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Deleuze, G., Nietzsche y la filosofía, Anagrama, Barcelona, 1993.
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Deleuze, G., La imagen- tiempo, Estudio sobre cine 2, Paidós, Barcelona, 1984.
Deleuze, G., En medio de Spinoza, Cactus, Buenos, Aires,
Deleuze, G., Spinoza y el problema de la expresión, Muchnik, Barcelona, 1975.
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Foucault emplea este término en “Qu’est-ce que les Lumières?”, en Foucault, M., Dits et écrits, vol. IV, Gallimard, París, 1994, p. 577.
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Deleuze, G., Pintura. El concepto de diagrama, Cactus, Buenos Aires, 2007, p. 22
Op. cit., p. 91
Deleuze, G., ¿Qué es el acto de creación? Conferencia dada en la cátedra de los martes de la fundación FEMIS.
Op. Cit.
Deleuze, G., La imagen- tiempo, Estudio sobre cine 2, Paidós, Barcelona, 1984, p. 286 ss