Política afectiva: un aporte filosófico a la cuestión de la subjetividad

Política afectiva: un aporte filosófico a la cuestión de la subjetividad

18 de mayo, 2013 epensamiento 0

Escrito por Annabel Lee Teles(1)

El siguiente trabajo pretende ser un aporte desde el campo de la filosofía, entendida ésta como una actividad experimental y productiva. Una perspectiva filosófica que afirma la relación entre el pensamiento y la vida, que despliega una modalidad de pensamiento que no se sostiene en una voluntad de legitimar el saber y asegurar la acción. Muy por el contrario, pone al pensamiento en relación consigo mismo, con su fuerza moviente, impulsa al quien que piensa, lo confronta con su anhelo de crear y de actuar.

La filosofía como ejercicio de pensamiento creativo, adquiere renovado vigor, el pensamiento se vuelve acción. Se modifica así, el sentido y el valor de la acción: ella expresa la potencia del pensar. El pensamiento imbricado a la acción, se efectúa en la experiencia, hace de la acción un ejercicio expresivo de libertad.

Pensar el presente.

Al disponernos a abordar la cuestión de los vínculos y el contexto social nos encontramos en un ámbito donde se entrecruzan distintas prácticas y teorías, también, nuestra propia vida. Donde la cuestión del tiempo, específicamente del tiempo presente se vuelve un tema a considerar.

Pensar el presente nos conduce a pensar el pensamiento, la percepción, la experiencia. Sólo percibimos lo que estamos interesados en percibir, o, mejor dicho, lo que tenemos interés de percibir a causa de nuestros intereses económicos, de nuestras creencias ideológicas, de nuestras exigencias psicológicas. Así pues, de ordinario no percibimos más que tópicos.2 Advierte Deleuze siguiendo a Bergson en Imagen Tiempo.

Por tanto, pensar el presente desde nuestra perspectiva no consiste en hacer una descripción de los hechos, de la realidad, de los tópicos que constituyen y sostienen el actual estado de cosas; sino en alumbrar el acontecimiento, eso que pasa en lo que nos pasa, eso que se escurre, pero insiste al punto de introducir movilidades inesperadas en nuestras vidas.

Por ello, la aproximación a nuestra actualidad requiere del silencio necesario para hacer una escucha poética, creativa de las inquietudes y anhelos que nos acucian. También, formular preguntas, plantear problemas, tanto para disolver las cárceles mentales encarnadas durante siglos, como para atender a las ínfimas fluctuaciones gracias a las cuales se vislumbran movilidades del pensar, variaciones de la experiencia, en los modos de sentir, de percibir y de hacer.

En ese sentido, en el momento de emprender la escritura de este texto fue desplegándose una dimensión colectiva del pensar. Aparecieron experiencias de pensamiento realizadas con otros, en distintos ámbitos, algunos de los cuales formaron parte de los movimientos sociales de los últimos tiempos. Estas experiencias nos impulsaron a retomar el camino de una política afectiva, un pensamiento ético-político enlazado a la producción que muestra la relación indisoluble, ya planteada por Spinoza, entre ontología ética y política. Una perspectiva lógica relacional que afianza una consideración de nosotros mismos como seres entramados afectivamente unos con otros.

En otras palabras, pensar el presente, este tiempo, este lugar, conduce a un pensamiento de los procesos de subjetivación desde un proceder filosófico enlazado a una perspectiva ético-política. Genera aproximaciones problemáticas, abre interrogantes que estimulan el ejercicio de un pensamiento crítico capaz de dar lugar a la creación.

Primera aproximación al problema

Es justamente a partir de las experiencias mencionadas anteriormente que podríamos plantear ciertas inquietudes que insisten y producen preocupación. En las cuales se vislumbran situaciones problemáticas que nos alientan a intensificar el pensamiento. Y de ese modo, encontrar los medios para pensar las condiciones de constitución, despliegue y efectuación de las subjetividades en nuestra actualidad.

a- Existen situaciones en las cuales prima una sensación de impotencia, de caminos cerrados, de no tener escapatoria, de que sólo queda aceptar. Situaciones donde reina el escepticismo, el apego a la forma actual del mundo y la desconfianza ante las mutaciones. El desaliento trae consigo el lamento y la queja. Los problemas cotidianos muestran fuerzas aprisionadas capaces de movilizar nuestra existencia hacia nuevas posibilidades vitales. En tales situaciones, se vislumbra una tendencia a la constitución de modalidades subjetivas basadas en la carencia, en la demanda, en el olvido de la propia potencia productiva de pensar y hacer.

b- También ocurren situaciones en las que se muestran dificultades a la hora de hallar los medios para la expansión y efectuación de la potencia productiva. El anhelo de hacer con otros se ve interceptado. Se produce una separación entre las ganas de habitar las situaciones colectivas y la posibilidad de llevarlo a cabo, de compartir las producciones. En esos casos, en lugar de problematizar lo ocurrido, se termina declarando la dificultades de la relaciones, las diferencias irreductibles entre las personas, la imposibilidad de las producciones colectivas.

d- Por su parte, hay situaciones donde encontramos una fuerte necesidad de interrogación, de seguir las líneas mutantes que conducen a una modificación en el modo de ver y oír, en el modo de captar y comprender lo que sucede. En ellas se presentan la insuficiencia de las formas habituales de pensar, la ausencia de herramientas conceptuales, la necesidad de elaborar nuevas configuraciones lógicas y afectivas para dar cabida a un cúmulo de sensaciones que fuerzan a pensar, a percibir, a hacer de un modo distinto al habitual.

A nuestro entender, de una u otra manera, estas situaciones muestran la dificultad de pensar y experimentar lo singular/lo colectivo y también los efectos de tal dificultad. Puesto que, se sigue pensando en consonancia con la grilla de inteligibilidad hegemónica en la cual predomina el individuo como figura de lo singular y la unión entre individuos separados entre sí, como figura de lo plural. De ese modo, se perpetúa la matriz que sostiene al individuo y a la suma de individuos como forma de lo relacional. Lo que termina inhibiendo el pensamiento y la experiencia de la potencia/deseo producción.

Por eso, pensamos que es preciso desarrollar una segunda aproximación a la cuestión planteada en la cual se despliegue una configuración conceptual que contribuya a problematizar la comprensión de los procesos subjetivos en nuestra actualidad.

Segunda aproximación al problema

El pensamiento de Spinoza y de las lecturas contemporáneas3 que de él se realizan, abren caminos y nos ayudan a plantear una configuración conceptual capaz de enriquecer las dificultades planteadas.

Desde nuestra perspectiva, tanto los conceptos de naturaleza naturante / naturaleza naturada, de ser unívoco, de inmanencia productiva, como de singularidad y modo, adquieren especial riqueza en el territorio conceptual del pensamiento spinoziano; donde se opera, un vínculo indisoluble entre el plano de pensamiento lógico-ontológico y el ético-político.

El modo humano: potencia productiva de pensar y actuar

Según Spinoza, los seres humanos son considerados singularidades en constante movilidad, en generación y mutación permanente. Las singularidades son modos intrínsecos de la Naturaleza, en sí mismos son conatus, potencia interna que los lleva a perseverar en el ser, a regenerarse continuamente, a transformarse.

El conatus, la potencia-ser productiva siempre es en acto y varía de acuerdo a las afecciones. Somos tan perfectos como podemos ser de acuerdo a la trama relacional afectiva en la que nos encontramos. El juego de las afecciones, el poder de afectar y ser afectado genera tanto aumento como disminución de la potencia, una variación intensiva expresada por los afectos. La disminución de la potencia se muestra en afectos de tristeza, de odio, que conducen a la discordia, a permanecer en la segregación. El aumento de la potencia se acompaña de afectos de alegría que impulsan relaciones de composición, de amorosidad. Gracias a las pasiones alegres, se presenta la oportunidad de comprender el juego relacional y la tonalidad afectiva en la que cada uno se encuentra, a partir de lo cual, se efectúa la apropiación de la potencia de pensar y actuar que trae consigo afectos activos.

El ser unívoco: individuación y singularidad

En la pista de Spinoza y de Deleuze despejar el concepto de univocidad del ser, intensifica un desplazamiento crítico y creativo que trae consigo el abandono de la hegemonía del dualismo ontológico del ser/ente, de un modo de concebir el ser propio de la tradición metafísica occidental.

El ser unívoco, inmanencia productiva produce y al producir se produce. Se expresa en las singularidades intensivas, en los modos intrínsecos del ser. No hay separación entre el ser unívoco y su expresión: las singularidades, diferencias, móviles y comunicantes.

Las singularidades constituyen las tramas afectivas, ellas difieren en el ejercicio de su potencia y modalizan las diferencias en la movilidad genésica del ser, dando lugar a individuaciones singularizantes. En este sentido4, Simondon advierte del peligro de la operatoria del principio individuación por identidad. Éste supone un principio o forma previa que explica la individuación y determina el proceso. Se omite la importancia del proceso, los individuos se consideran como ya constituidos, como dados de antemano. Cito a Simondon “(…)se concede un privilegio ontológico al individuo constituido. Se arriesga por tanto a no operar una verdadera ontogénesis, a no situar al individuo en el sistema de realidad en el cual se produce la individuación.”5

La univocidad del ser y la lógica relacional que la atraviesa no omite, la singularidad, sino que la enriquece gracias a la consideración de procesos de singularización intensivos y relacionales: la singularización se vuelve intensiva, procesual, acontecimiental.

La relacionalidad

En el despliegue del ser/relación, de una lógica relacional, los seres humanos, singulares y relacionales, a la vez, se encuentran en un juego de afecciones múltiples. Cada ser singular es un quien que quiere relacional y en relación. La relacionalidad es pura potencia colectiva de ser y de existir. Ella se realiza en tramas de distinta tonalidad afectiva: la disminución o el aumento de la potencia singular, influye en la tonalidad afectiva de la trama relacional, del colectivo.

Comprender los enjambres relacionales que constituimos y nos constituyen conlleva una lógica afectiva, que alberga la movilidad relacional, el poder de afectar y ser afectado. El pensamiento se vuelve afectivo cuando atiende a los a las afecciones y a los afectos. Usualmente pensamos la lógica relacional como relación entre términos separados entre sí. Pensamos la vida mediante la lógica de las cosas y del intercambio entre cosas.

No reconocer la relacionalidad, equivale a no percatarse de las fuerzas de creación-producción que poseemos. Por ello, la insistencia en operar un desplazamiento en el modo de pensar y experimentar la realidad, que signifique captar el carácter relacional, afectivo del mundo-naturaleza y de nuestro ser, en tanto singularidad intensiva, mutante.

El tiempo: devenir y acontecimiento

El concepto de devenir cobra relevancia, se imbrica al ser unívoco relacional. Se distingue de la historia, del tiempo de los hechos.

Los acontecimientos pertenecen al devenir, lo expresan, son composiciones temporales de múltiples dimensiones en permanente actualización y efectuación, constituyen la trama misma de la vida. Percibirlos es atender a las situaciones cotidianas, a los aspectos inusitados de la experiencia que propician.

Las situaciones encarnan los acontecimientos, en ellas vibran las potencias mutacionales, las pistas para la creación que el devenir trae consigo. Leo a Deleuze-Guattari: Puede que nada cambie o parezca cambiar en la historia, pero todo cambia en el acontecimiento, y nosotros cambiamos en el acontecimiento.(6)

* * *

Desde nuestra perspectiva, pensar la subjetividad7 teniendo en cuenta tanto su carácter procesual y productivo, como la movilidad mutacional propia de nuestra actualidad, requiere configuraciones conceptuales, enlazadas a una lógica relacional que nos conduzcan a poner de relieve los procesos de su constitución, los modos de su despliegue y la trama afectivo/relacional, la dimensión ético-política en la cual se efectúa.

Tercera aproximación al problema

De acuerdo con lo dicho y en el momento de concluir, pensamos que una de las mayores dificultades de nuestros días es pensar lo singular/colectivo, las tramas relaciones afectivas que constituimos y nos constituyen, y a la vez, intensificar el pensamiento/experiencia de la potencia productiva de ser, de crear.

Por su parte, consideramos que una aproximación al campo de lo político desde nuestras experiencias regionales enriquece la problemática planteada, en tanto lo político es el ámbito donde se presenta la vida colectiva, sus posibilidades configurantes y productivas.

Pensar la vida colectiva a partir de nuestras experiencias, requiere el abandono de la regencia de lo público y lo general, como su ámbito exclusivo. Puesto que, desde esa perspectiva, se dificulta la captación de los acontecimientos mutantes y creativos que constituyen los enjambres relacionales de la existencia. Nos aleja también de la vida concreta, de sus devenires ínfimos, aquellos que manifiestan las prácticas laborales, el cuidado del cuerpo, la alimentación, los modos relacionales, las ansiedades y los amores. Solemos desestimar los padecimientos que acarrean las formas generales de vida, al inhibir el pensamiento de los procesos de la potencia singular y colectiva. Por ello, la necesidad atender a las afecciones y a los afectos, a los territorios afectivos donde nacemos, vivimos y crecemos.

Llegados a este punto, quizás sea necesario dar un paso más, y decir que, en relación a la cuestión que nos ocupa, junto a los aportes del campo político, se vuelven necesarios los aportes del campo del arte. En la medida que es allí donde es posible profundizar la cuestión de la producción/creación desde una perspectiva renovada, fuera de la regencia de la lógica causal aristotélica y del productivismo moderno.

En este contexto, el arte, al asumir su potencial metamorfósico, al expandir y efectuar mediante su específico ejercicio la potencia creadora de los seres, contribuye a la constitución de tramas relaciones, territorios afectivos que tienden a una tonalidad afectiva de composición y alegría.

En suma, considerar la subjetividad en este tiempo y lugar que es el nuestro, América Latina, fuerza a la apertura de campos de problematicidad que alberguen la pregunta de cómo generar las mejores condiciones para la expansión y el ejercicio de la potencia productiva singular y colectiva. A partir de lo cual, las preguntas se multiplican, surge la necesidad de realizar diálogos creativos entre las distintas disciplinas donde se vuelvan a considerar las tramas relaciones, el modo humano y su relación indisoluble con la naturaleza.

Escrito por Annabel Lee Teles

1. El siguiente trabajo fue presentado en el 3er Encuentro Latinoamericano de la Comisión de Pareja y Familia de FEPAL, “Desafíos actuales del psicoanálisis. Los vínculos y el contexto social contemporáneo”, realizado en Montevideo el 15 y 16 de octubre de 2010.

2. Deleuze, G., Imagen tiempo, Estudio sobre cine II, pág. 36.

3. Se hace referencia, particularmente, a la lectura de Deleuze y de Chauí.

4. Respecto del concepto de individuación, ver Deleuze: Diferencia y Repetición y La isla desierta

5 Simondon, G., La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, en Revista Artefacto, Buenos Aires, 2007. También Simondon, G., La individuación a la luz de la nociones de forma y de información, Cactus, La cebra, pág. 23.

6 Deleuze, G. y Guattari, F., ¿Qué es la filosofía?, Anagrama, Barcelona, pág. 113.

7. Al pensar el concepto de subjetividad seguimos el camino abierto por Deleuze, G., Conversaciones: “Un proceso de subjetivación, es decir, la producción de un modo de existencia, no puede confundirse con un sujeto, a menos que se le despoje de toda identidad y de toda interioridad. La subjetivación no tiene ni siquiera que ver con la persona: se trata de una individuación, particular o colectiva, que caracteriza un acontecimiento (una hora del día, una corriente, un viento, una vida…) Se trata de un modo intensivo y no de un sujeto personal.”

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