Y la nave va – Fellini
«Me gustaría que en la entrada de los cines se colocaran unos carteles que digan: ‘No hay nada más de lo que ven’. O bien: ‘No se esfuercen en ver qué hay detrás. De lo contrario, correrán el riesgo de no ver ni siquiera lo que hay delante’. […] La película relata simplemente la historia de un viaje en barco para esparcir las cenizas de una célebre cantante de los años 20. Algunos amigos míos me han dicho que es una película terrible, que tiene algo obscuro y amenazador, mientras yo, al contrario, creo que, en el fondo, es alegre. […] En Y la nave va he expresado, más o menos de manera sincera, más o menos de manera artificiosa […] el sentido de extravío que nos invade. El temor a lo peor es un estado de ánimo o un presentimiento con el que convivimos desde hace mucho tiempo y, según parece, no está destinado a abandonarnos. […] No me parece que el rinoceronte que navega en ‘Gloria N.’ se parezca al monstruo que sale en la playa al final de La Dolce vita. Un símbolo no se puede explicar, porque va más allá del concepto, más allá de la razón, porque contiene elementos irracionales o míticos. ¿Por qué me quieren obligar a explicárselo? En cualquier caso, el rinoceronte que está en el barco, si tiene un significado, este debe considerarse en sentido totalmente contrario. El monstruo de La dolce vita era un espejo de la degeneración del protagonista, mientras el rinoceronte de Y la nave va podría aludir a una interpretación, por ejemplo, de este tipo; la única tentativa de evitar el desastre, para no precipitar en la catástrofe. Podría ser el intento de recuperar la parte inconsciente, profunda, saludable de nosotros mismos. Y es, precisamente, en este sentido que podría explicarse la frase «dejarse nutrir por la leche del rinoceronte». Pero se trata de explicaciones torpes, como esa comparación torpe entre el rinoceronte y el monstruo de La dolce vita. Una fantasía, si es auténtica, lo contiene todo y no necesita explicaciones.»
Fellini. Raccontando di me, conversazioni con Costanzo Costantini, Editori Riuniti, Roma, 1996, pp. 182-185
Aporte de Teresa Puppo