Y la nave va

Y la nave va

5 de julio, 2013 epensamiento 0 Etiquetas: ,

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Espacio Pensamiento

Convocamos desde la filosofía a un recorrido que nos aproxime a la cuestión del tiempo, a una consideración de las imágenes y los cuerpos que nos permita ampliar nuestras posibilidades de pensar, de percibir y de existir. Invitamos a visionar juntos una selección de películas; es decir a mirarlas y pensar desplegando nuestros puntos de vista. La experiencia del pensamiento consiste en arriesgar ideas, asistir a su nacimiento, a la irrupción de su fuerza y de su concreción. Pensar es crear conceptos, plantear problemas, hacer visible y enunciable aquello que en otras condiciones no hubiera sido posible ver ni decir. El visionado de películas es una actividad abierta al público en general que se desarrollará en el Museo Nacional de Artes Visuales a partir del 25 de mayo, el segundo y cuarto sábado de cada mes de 15 a 17.30 hs.

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Pensar el acontecer, las imágenes, los cuerpos

“(…) hacer sensibles el tiempo, el pensamiento,

hacerlos visibles y sonoros”. G. Deleuze

¿Qué quiere decir entonces querer el acontecimiento? ¿Es aceptar la guerra cuando sucede, la herida y la muerte cuando suceden? Es muy probable que la resignación aún sea una figura del resentimiento, él, que ciertamente posee tantas figuras. Si querer el acontecimiento es, en principio,  desprender su eterna verdad, como el fuego del que se alimenta, este querer alcanza el punto en que la guerra se hace contra la guerra, la herida, trazada en vivo como la cicatriz de todas las heridas, la muerte convertida en querida contra todas las muertes. Intuición volitiva o transmutación. “Mi gusto por la muerte –dice Bousquet- que era fracaso de la voluntad, lo sustituiré por un deseo de morir que sea la apoteosis de la voluntad”. De este gusto a este deseo, en cierto modo no cambia nada, excepto un cambio de voluntad  orgánica contra una voluntad espiritual que quiere ahora, no exactamente lo que sucede, sino algo en lo que sucede, algo por venir conforme a lo que sucede, según las leyes de una oscura conformidad humorística: el Acontecimiento. Es en este sentido que el Amor fati se alía con el combate de los hombres libres. Que en todo acontecimiento esté mi desgracia, y que hace que, querido, el acontecimiento se efectúe en su punta más estrecha, en el filo de una operación, tal es el efecto de la génesis estática o de la inmaculada concepción. El estallido, el esplendor del acontecimiento es el sentido. El acontecimiento no es lo que sucede (accidente); está en lo que sucede el puro expresado que nos hace señas y nos espera.

Deleuze, G.: La lógica del sentido, Ed. Paidós, Barcelona, 2005

«Me gustaría que en la entrada de los cines se colocaran unos carteles que digan: ‘No hay nada más de lo que ven’.  O bien:  ‘No se esfuercen en ver qué hay detrás. De lo contrario, correrán el riesgo de no ver ni siquiera lo que hay delante’. […] La película relata simplemente la historia de un viaje en barco para esparcir las cenizas de una célebre cantante de los años 20. Algunos amigos míos me han dicho que es una película terrible, que tiene algo oscuro y amenazador, mientras yo, al contrario, creo que, en el fondo, es alegre. […] En Y la nave va he expresado, más o menos de manera sincera, más o menos de manera artificiosa  el sentido de extravío que nos invade. El temor a lo peor es un estado de ánimo o un presentimiento con el que convivimos desde hace mucho tiempo y, según parece, no está destinado a abandonarnos.

No me parece que el rinoceronte que navega en ‘Gloria N.’ se parezca al monstruo que sale en la playa al final de La Dolce Vita. Un símbolo no se puede explicar, porque va más allá del concepto, más allá de la razón, porque contiene elementos irracionales o míticos. ¿Por qué me quieren obligar a explicárselo? En cualquier caso, el rinoceronte que está en el barco, si tiene un significado, este debe considerarse en sentido totalmente contrario. El monstruo de La Dolce Vita era un espejo de la degeneración del protagonista, mientras el rinoceronte de     Y la nave va podría aludir a una interpretación, por ejemplo, de este tipo; la única tentativa de evitar el desastre, para no precipitar en la catástrofe. Podría ser el intento de recuperar la parte inconsciente, profunda, saludable de nosotros mismos. Y es, precisamente, en este sentido que podría explicarse la frase “dejarse nutrir por la leche del rinoceronte“. Pero se trata de explicaciones torpes, como esa comparación torpe entre el rinoceronte y el monstruo de   La Dolce Vita. Una fantasía, si es auténtica, lo contiene todo y no necesita explicaciones.»

Fellini, Raccontando di me, conversazioni con Costanzo Costantini, Editori Riuniti, Roma, 1996, pp. 182-185