Pensar con Spinoza: la mutua apropiación de lo singular y lo común. Apuntes para pensar la vida comunitaria en su pluralidad productiva

Pensar con Spinoza: la mutua apropiación de lo singular y lo común. Apuntes para pensar la vida comunitaria en su pluralidad productiva

4 de mayo, 2022 epensamiento 0

Annabel Lee Teles.

Espacio de Pensamiento, Montevideo.

Pensar con Spinoza: la mutua apropiación de lo singular y lo común.
Apuntes para pensar la vida comunitaria en su pluralidad productiva 1

En primer lugar, quiero agradecer la invitación a este ciclo a Diego Tatián y también a los compañeros/as que han contribuido a la creación del CLES (Centro Latinoamericano de Estudios Spinozistas); lo que celebro y agradezco muy especialmente. Desde hace unos años, creo que es imprescindible un espacio de pensamiento latinoamericano, un espacio de estudio, producción y expansión de ideas que estimulen nuevos modos de hacer y percibir. Por su parte, el CLES muestra la necesidad ineludible de pensar con Spinoza, de realizar un pensar abierto a lo que pasa y nos pasa, a los múltiples procesos éticos y políticos que disuelven fronteras y aúnan nuestros esfuerzos: un pensar en situación, en este tiempo y en estas tierras.

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El presente texto dice experiencias de pensamiento dadas en los seminarios de Espacio de Pensamiento, en los cuales participan personas con distintos saberes y prácticas, vinculadas a ámbitos académicos, a colectivos feministas, artísticos, movimientos sociales, entre otros. Quienes, en relación con sus propios anhelos, contribuyeron a diagramar una problematización en torno a la producción singular y colectiva, a la pregunta por lo común, por la formación y desarrollo de colectivos, y a la insistente preocupación por la construcción de comunidad. A partir de esto, se despejaron experiencias éticas y se produjo una persistente preocupación por la vida política.


Se trata de una investigación que, al actualizar una preocupación colectiva, traza una imagen de pensamiento donde se formula la inquietud ética por los procesos de subjetivación que insisten en prácticas de resistencia y libertad y apuestan por las transformaciones en el pensamiento, en los afectos, en los modos de vivir individuales y colectivos. Así también, actualiza una intensa problematización política, entendida ésta en un sentido amplio, plural como el ejercicio afectivo, relacional que consolida la actividad de los seres humanos en distintas modalidades organizativas y productivas: en formas institucionales estatales y no estatales; en la capacidad de movilización y composición de las distintas dinámicas colectivas; en las fuerzas relacionales y productivas de los movimientos social-políticos con una fuerte impronta territorial.

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 1 Este texto fue leído en el Ciclo de Conversaciones Spinoza Contemporáneo realizado en el CLES en septiembre de 2021.

Pensar el presente: una apuesta por el porvenir

En estos tiempos de pesar y desolación, debido en gran parte a la emergencia sanitaria, se puso de manifiesto el deterioro de los cuerpos, la devaluación de la vida, la crueldad intolerable de la existencia bajo el comando capitalista. Se intensificaron las soledades, las dificultades en los vínculos afectivos; la ilusión de salvación individual y el ofuscado escepticismo respecto de la vida colectiva.

Las tristezas y las tensiones operan sobre el pensamiento y los cuerpos; propician la expansión de una espesa trama de opinión que porta desazón, indignación y odio; se fomenta así un individualismo feroz que culmina fortaleciendo posicionamientos morales, el empobrecimiento de las experiencias éticas y la devaluación de la vida política.

Los efectos en la existencia se constatan en el apego a criterios formales, a valores objetivos y exteriores; en la formación de subjetividades modélicas que determinan los procesos de subjetivación. La tristeza disminuye la experiencia de lo singular y de lo común. La existencia adquiere criterios morales que inhiben el vigor afectivo y productivo tanto de la ética como de la política.

Aun así, la vida resiste, por doquier aparecen anhelos de nuevas formas de mundo que transforman los modos de relación entre las personas y traen consigo devenires inesperados. Los gestos solidarios ocurren y no dejan de ocurrir en experiencias que a diario nos sorprenden. Por eso, se trata de intensificar las andaduras que venimos transitando, continuar con las lecturas y, de este modo, aportar desde nuestras perspectivas a las transformaciones que afirman el porvenir.

La necesidad de Spinoza

En esta senda, en relación con las condiciones de existencia actuales, el pensamiento de Spinoza se vuelve imprescindible, aporta indicios para un pensamiento “útil para la vida” en cuanto que enseña:

a no odiar ni despreciar a nadie; a nadie tener en irrisión, ni envidiar; a no estallar en ira contra nadie (…) enseña a cada cual a estar contento con lo suyo y auxiliar al prójimo; (…) esta doctrina contribuye no poco a la sociedad común en tanto que enseña según qué razón han de ser gobernados y dirigidos los ciudadanos. A saber, no para ser siervos, sino para que hagan libremente lo que es lo mejor 2

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2 Spinoza, Baruch, Ética demostrada según el orden geométrico, II, 49, esc. (trad. de P. Lomba), Madrid, Trotta, 2020.

Pensar con Spinoza genera sensaciones de proximidad y lejanía; trae consigo modificaciones en el pensamiento y en la acción; estimula configuraciones de pensamiento críticas y creativas que aportan experiencias ético-políticas donde priman el apoyo mutuo y la amistad.

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La lectura de los textos de Spinoza que aquí efectuamos valora el desplazamiento que sus ideas realizan en relación con la tradición rectora de Occidente, y traza una figura de pensamiento que enlaza de manera indisoluble ontología, ética y política y la pregunta por lo humano singular relacional y en relación.

A su vez, tiene en cuenta la nutrida trama conceptual elaborada por los lectores de Spinoza 3, que permite determinar las condiciones de pensamiento para indagar la cuestión de la mutua apropiación de lo singular y lo común, y sus implicancias en la consideración de un horizonte ético-político que otorga un carácter peculiar a las experiencias éticas singulares y a la pluralidad de la vida política en el dinamismo productivo de lo común.

En definitiva, el pensamiento spinoziano brinda condiciones para pensar el pliegue de lo singular y lo común, que aporta una visión peculiar respecto de la concepción de individuo como entidad rectora, como así también aporta a las investigaciones sobre lo común, que son de gran interés en la actualidad.

Un recorrido sobre la materialidad de los textos de Spinoza

A partir de aquí realizaremos una aproximación a los textos spinozianos en relación con lecturas contemporáneas que enriquecen la cuestión que nos ocupa. Para ello, haremos un recorrido conceptual en el cual se pone de manifiesto la mutua apropiación de lo singular y de lo común desde distintas perspectivas de abordaje. La primera perspectiva considera la cuestión desde la sustancia, del Dios-naturaleza4 , del ser; la segunda, desde los modos existentes, desde la potencia-deseo; la tercera, desde la individualidad concurrencial y la individualidad composicional; la cuarta, desde el plano de consistencia ético-político; la quinta, desde el derecho natural, desde la potencia común y singular; la sexta, desde la comunidad en su pluralidad productiva; por último, la séptima, desde la problematización del individuo y de lo común en la contemporaneidad.

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3 Ver: Antonio Negri, Spinoza subversivo, Madrid, Akal, 2000. El pensamiento de Negri orienta el pensamiento al señalar la impronta ontológica de las lecturas realizadas por Deleuze y Matheron, y la importancia de esas lecturas a la hora de valorar la radicalidad del desplazamiento del pensamiento spinoziano tanto en su época como en el presente.
4 Ética, IV, prefacio (trad. de V. Peña), Madrid, Hyspamérica, 1980, pág. 185: pues el ser eterno e infinito al que llamamos Dios o Naturaleza…. Salvo aclaración, las citas de la Ética pertenecen a esta traducción.

Primera perspectiva: desde la sustancia, de Dios-naturaleza, del ser

A modo de esbozo, diremos que Dios es concebido como sustancia, que posee infinitos atributos de los cuales conocemos dos, pensamiento y extensión, y que, en la sustancia, se da la unidad de las leyes de la naturaleza.


Ahora bien, la Ética comienza con la definición de la causa de sí que señala aquello cuya esencia implica la existencia5 ; esta causa se enlaza a la causa inmanente, que no produce en absoluto algo fuera de ella6 . Ambas causas generan la inteligibilidad productiva que recorre la Ética, la sustancia es causa de sí en tanto es causa de los modos, y es causa de los modos en tanto es causa de sí: produce y, al producir, se produce.


El Dios-Naturaleza de Spinoza es causa de sí y causa inmanente, crea por la necesidad de su potencia, y la potencia por la cual obra y existe es su esencia 7; no obedece a la causa eficiente transitiva que crea de acuerdo a un fin; la causa y el efecto se distinguen, pero no hay separación entre aquel que produce y su creación.


Deleuze 8, en su lectura de Spinoza, introduce el concepto de univocidad del ser, el ser se dice en un solo y mismo sentido de la sustancia que es en sí, y de los modos que son en otra cosa 9. El ser unívoco se presenta como el ser común que, en el movimiento causal, afirma su esencia en tanto potencia y se expresa en una infinidad de modos singulares: el ser se expresa en lo creado y lo creado lo expresa. Y es así como, en esta perspectiva, se articula el pliegue de lo común y lo singular; el ser-potencia común se expresa en los modos, los modos expresan el ser-potencia y en tanto potencia singular difieren en esencia y en existencia.

La actividad causal de la inmanencia se afirma en la univocidad del ser; toma distancia de las modalidades productivas creacionistas, teleológicas, que suponen un Ente creador como principio separado, que crea desde la nada y posee un fin trascendente, exterior al proceso productivo.

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5 Spinoza, Ética, I, Definiciones 1, óp. cit.
6 Íd: Tratado Breve, Diálogo 1, Madrid, Alianza, 1990 y Ética, I, 18.
7 Íd: Ética, I, 34.
8 Deleuze expone la ontología de Spinoza. Lo hace tanto en sus libros sobre Spinoza como en sus Clases (Ver: Deleuze, G., En medio de Spinoza, 2 ed., Buenos Aires, Cactus, 2003) y, en ese gesto, aporta el concepto de univocidad del ser. Específicamente en Spinoza y el problema de la expresión (Barcelona, Muchnik, 1975), aclara que extrae el concepto del pensamiento de Duns Scoto, sin dejar de tener en cuenta que este concepto opera de un modo peculiar en el pensamiento de Spinoza. A su vez, el concepto de univocidad enriquece el pensamiento ontológico en el presente.
9 Deleuze, Gilles, óp. cit., pág. 61.

Segunda perspectiva: desde los modos existentes, desde la potencia-deseo

Los modos existentes

Los modos son modificaciones de la sustancia, de sus atributos; entre la sustancia, los atributos y los modos no hay distinción jerárquica. La sustancia sin modos es solo abstracción, exactamente como ocurre con los modos sin la sustancia 10.

En la senda que nos lleva a indagar sobre la mutua apropiación entre lo singular y lo común, abordaremos los modos existentes desde la perspectiva de la potencia–deseo, lo que nos conduce a aproximarnos a las consideraciones spinozianas en torno al modo humano, a sus despliegues existenciales, éticos y políticos.

Las cosas singulares: el conatus-potencia

En la parte III de la Ética, se encuentran las proposiciones que definen el conatus–potencia; en esa serie la proposición 6 tiene especial relevancia, así lo dice Matheron:

Cada cosa, según su potencia de ser (quantum in se est), se esfuerza por perseverar en su ser. Tal es el único punto de partida de toda la teoría de las pasiones, de toda la política y de toda la moral de Spinoza. Pero, ese punto de partida es, en sí mismo, el resultado de los dos primeros libros de la Ética 11.

El conatus es la esencia actual de los modos, de las cosas singulares y, en tanto tal, es diferencia. El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no es nada distinto de la esencia actual de la cosa misma 12.

La potencia, esencia de Dios, se expresa en la potencia singular del modo y es la misma potencia por la que el modo persevera, existe y actúa. Los modos finitos expresan la misma potencia de Dios-Naturaleza y esta potencia es la esencia misma del modo; se afirma así la esencia en su diferencia, en su singularidad. Deleuze dice: no hay potencia propia sino en cuanto es la parte de un todo (…) la parte se revela irreductible, grado de potencia original y distinto de los demás 13.

El conatus-potencia muestra una movilidad relacional, afectado-afectante, propia de los modos en su afectación recíproca. La potencia posee su propia regulación en la existencia del modo, varía: “aumenta” o “disminuye” según las afecciones

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10 Matheron, Alexandre, “Prefacio” a Antonio Negri, L‘anomalie sauvage, Paris, PUF, 1982, pág. 20, citado en Biocapitalismo. Entre Spinoza y la constitución política del presente, Buenos Aies, Quadrata, 2014, pág. 88.
11 Matheron, Alexandre, Individu et comunité chez Spinoza, Paris, Minuit, 1988, pág. 9.
12 Spinoza, Ética, I, III, 7.
13 Deleuze, Gilles, Spinoza y el problema de la expresión, óp. cit., pág. 85.

que la determinan, sea por aquellas producidas por las cosas exteriores, afecciones pasivas; sea por afecciones de su propia potencia, afecciones activas.

En esta segunda perspectiva, el pliegue de lo singular y lo común se articula de dos maneras. Por un lado, la potencia singular del modo, en tanto parte de la potencia infinita de la naturaleza, expresa lo común: el ser-potencia. Por otro, la potencia, común, de los modos singulares se expande y se efectúa en tramas relacionales afectante y afectado que poseen su propia regulación. Lo mismo ocurre en relación con el modo humano singular, como veremos a continuación.

El deseo es la esencia misma del hombre 14

La demostración de la proposición 4 de la parte cuarta de la Ética enfatiza lo dicho en Ética, III.

La potencia por la que las cosas singulares —y, por consiguiente, el hombre— conservan su ser es la misma potencia de Dios, o sea, de la Naturaleza (…) Y, la potencia del hombre, en tanto que es explicada por su esencia actual misma, es una parte de la infinita potencia, esto es, de la esencia de Dios, o sea, de la Naturaleza 15.

En la parte III de la Ética, Spinoza dice que, en los seres humanos, el conatus-potencia es deseo, y el deseo es la esencia misma del hombre16. Los modos humanos no son entidades sustanciales; esencial y singularmente son potencia-deseo. La esencia-deseo se moviliza constantemente en virtud de una afección cualquiera que se da en ella17. Las afecciones son afecciones del deseo, de la esencia18 que, en su despliegue, se regenera, varía y efectúa su fuerza productiva19. El deseo es esencia actuante del cuerpo y de la mente, en virtud del poder de afectar y ser afectado, de las tramas afectivas en las cuales se encuentra.

Se traza así una figura del modo humano en la cual la mente y el cuerpo actualizan una potencia de pensar y de actuar que, en su distinción, muestra su “mismidad”; el alma y el cuerpo son una sola y misma cosa, se distinguen en función de su atributo. Por lo tanto, el orden de las acciones y pasiones de nuestro cuerpo se corresponde por naturaleza con el orden de las acciones y pasiones del alma 20.

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14 Spinoza, Ética, E, III, Definiciones de los afectos, 1, óp. cit.
15 Íd: Ética, IV, 4, dem. (trad. de P. Lomba), Madrid, Trotta, 2020.
16 Íd: Ética, III, Definiciones de los afectos, 1.
17 Ibíd.
18 Deleuze, Gilles, En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2003, pág. 467 y ss.
19 Spinoza, Ética, IV, Prefacio, óp. cit: Por ello, el «habitar», en cuanto considerado como causa final, no es nada más que ese apetito singular, que, en realidad, es una causa eficiente, considerada como primera, porque los hombres ignoran comúnmente las causas de sus apetitos.
20 Spinoza, Ética, III, 2, esc, óp. cit.

El pensamiento spinoziano afecta profundamente la manera de comprender a los seres humanos, posibilita una preeminencia de la ética respecto de la moral que, en su sentido habitual, sostiene la primacía de la mente y la voluntad sobre los cuerpos.

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En definitiva, los modos humanos singulares en sí mismos perseveran en su ser, son potencia de regenerarse continuamente, de transformarse; son potencia de existir que, en el devenir de su efectuación, se individua y se colectiviza. De ahí que cobra valor una noción de individuación relacional y singularizante que disuelve las concepciones del individuo-sujeto basadas en la separación de los humanos entre sí y con la naturaleza. Este desplazamiento aportado por el pensamiento spinoziano es clave para visibilizar, en el presente, una concepción de lo común que, en su movilidad productiva, pliega lo singular y se actualiza en las múltiples expresiones de vida comunitaria que constituyen la vida política.

Tercera perspectiva: desde la individualidad concurrencial y la individualidad composicional

El texto de Matheron citado más arriba señala que la proposición 6 de Ética III es el punto de partida de la ética y la política en Spinoza, y agrega que, a su vez, es el resultado de los dos primeros libros de la Ética; en sintonía con esto, también nos dice:

…la única realidad concreta son los seres naturales individuales que se componen los unos con los otros para formar aun otros seres naturales individuales y así sucesivamente al infinito 21.

Y, justamente, desde esta perspectiva, los modos singulares son concebidos en el dinamismo relacional que expresa lo común; en las tramas relacionales que conforman individualidades colectivas. Se delinea así una figura de pensamiento en la cual los procesos genésicos de individuación se dan en la movilidad productiva de tramas relaciones que evocan lo común y son enriquecidos por los procesos productivos en el despliegue y efectuación de la potencia-deseo.

Esta tercera perspectiva tiene en cuenta la parte II de la Ética en la cual la relacionalidad genésica da lugar a individualidades colectivas de dos maneras diferentes y complementarias. A partir de esto, el pliegue de lo singular y lo común se presenta en la constitución de individualidades singulares gracias a la movilidad relacional concurrencial y compositiva que actualiza lo común.

La individualidad concurrencial

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21  Matheron, Alexandre en Antonio Negri, óp. cit., pág. 88.

La noción de individualidad concurrencial está basada en la Definición VII de la segunda parte de la Ética. En ella se define la cosa singular como finita y poseedora de una existencia determinada, que porta lo colectivo, común en su génesis gracias a la concurrencia, a la cooperación que las cosas singulares realizan en tanto son causa de un mismo efecto.

…y si varios individuos concurren en una sola acción de manera que todos sean simultáneamente causa de un solo efecto, entonces los considero a todos ellos, en este respecto, como una cosa singular 22.

La individualidad composicional: los cuerpos compuestos

Según indica Spinoza, no percibimos ni tenemos conciencia de ninguna cosa singular más que de los cuerpos y los modos de pensar. En relación con los cuerpos, Spinoza dice:

Cuando ciertos cuerpos (...) se comuniquen unos a otros sus movimientos según una cierta relación, diremos que esos cuerpos están unidos entre sí y que todos juntos componen un solo cuerpo, o sea, un individuo que se distingue de los demás por medio de dicha unión de cuerpos 23.

Las composiciones entre cuerpos actualizan figuras y movimientos; figuras relacionales y plurales, cuerpos de cuerpos que comunican sus movimientos entre sí según una cierta relación, proporción o razón. Composiciones que forman un solo cuerpo, un solo individuo que se caracteriza por esa unión de cuerpos.

Los cuerpos, las composiciones de cuerpos, son afectivas, poseen sus propios mecanismos que a la vez efectúan el dinamismo propio de la potencia; un poder de ser afectado y de afectar que se da en acto y se expresa en las variaciones del afecto, de la potencia de padecer y de actuar.

Cuarta perspectiva: desde el plano de consistencia ético-político 24

El recorrido realizado hasta aquí señaló ciertas condiciones conceptuales en relación con el pliegue entre lo singular y lo común; condiciones que contribuyen a la formación de un plano de consistencia ético-político en consonancia con el que vemos configurarse en la cuarta parte de la Ética. Dicho plano tiene presente los avatares de la vida afectiva y pone de manifiesto el carácter ontológico que

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22 Spinoza, Ética, II, Def. 7 (trad. de P. Lomba), Madrid, Trotta, 2020.
23 Íd: Ética, II, 13-14, Axioma 2, def.
24 El plano de consistencia expresa el plano de inmanencia, y a la vez, se distingue, “hace consistencia”.

ésta posee. Nosotros padecemos en la medida en que somos una parte de la naturaleza que no puede ser concebida por sí, sin las otras 25.

La existencia misma de los seres humanos muestra un sesgo particular en tanto es relación consigo mismo, con los demás y con la naturaleza de la cual forman parte.

No puede suceder que el hombre no sea una parte de la naturaleza ni que no pueda padecer otros cambios que los que pueden entenderse en virtud de su sola naturaleza y de los que sea causa adecuada 26.

En ese sentido, este plano de consistencia ético-político se vuelve originario en relación con los despliegues de las experiencias éticas y con los distintos aspectos de la vida política 27. Esto se muestra en movimientos existenciales que insisten en las transformaciones afectivas que encuentran en el pensamiento spinoziano ciertos criterios que indican, en tanto prescripción de la razón, conservarse y amarse a sí mismo: un ejercicio de la potencia-deseo en la dinámica afectante y afectado, un esfuerzo en perseverar en su ser 28.

Como la razón no postula nada contra la naturaleza postula entonces que cada cual se ame a sí mismo, busque lo que le es útil, lo que en realidad le sea útil, apetezca todo cuanto realmente conduce al hombre a una perfección mayor y, absolutamente, que cada cual se esfuerce cuanto pueda por conservar su ser 29.

Y más adelante:

…Así pues, se dan muchas cosas fuera de nosotros que nos son útiles y que, por tanto, han de ser apetecidas. De entre ellas, ninguna puede ser pensada como más excelente que aquellas que convienen por completo con nuestra naturaleza. Pues si, por ejemplo, dos individuos cuya naturaleza es por completo igual se unen entre sí, componen un individuo dos veces más potente que uno singular. Así pues, nada hay más útil para el hombre que el hombre 30.

De este modo, se ve la importancia de la individualidad relacional y compositiva en la constitución de la existencia; como así también, la relevancia de la razón31 en el ejercicio ético que se enlaza a la política mediante formaciones colectivas que siguen ciertos criterios, puesto que los humanos sólo concuerdan siempre necesariamente en naturaleza en la medida en que viven bajo la guía de la razón32.

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25 Spinoza, Ética, IV, 2, (trad. de P. Lomba), óp. cit.
26 Íd: Ética, IV, 4, (trad. de P. Lomba), óp. cit.
27 En su modulación, el plano ético-político opera diferentes énfasis que gestan las experiencias éticas y los devenires de la vida política planteados en Ética, IV, 35, 37 y 73.
28 Íd: Ética, III, 6.
29 Ética, IV, 18, esc. (trad. de P. Lomba), óp. cit.
30 Ibid.
31 En Spinoza el concepto de razón es un concepto complejo, que no puede ser asimilado sin más a la razón en tanto determinación de medios y fines.
32 Ética, IV, 35, óp. cit.

Ahora bien, como dijimos, el plano ético-político planteado en Ética, IV efectúa el dinamismo propio de la vida afectiva desarrollada en Ética, III: donde la noción de fortaleza pliega lo singular en la firmeza, el deseo de conservar su ser, en virtud de la razón; y lo común, en la generosidad, el deseo con el que cada cual se esfuerza en virtud de la razón por favorecer a los demás hombres y por unirlos a sí mismo mediante la amistad 33.

De esa manera, se pone de manifiesto que la existencia se despliega en el movimiento de las transformaciones afectivas, del ejercicio del deseo relacional y plural que, gracias a la guía de la razón, se vuelve deseo sin exceso 34; lo que propicia encuentros con seres afines que intensifican la vivencia de lo singular: los hombres serán tanto más útiles mutuamente cuanto más busque cada uno su propia utilidad 35.

Sin embargo, Spinoza advierte que vivir según la guía de la razón conlleva transitar un arduo camino y no todos están dispuestos a hacerlo. Por ello, se vuelve necesaria la política, en cuanto brinda la posibilidad de que los seres humanos unan sus esfuerzos, la vida se vuelva segura y se favorezca así la expansión de la existencia 36.

Quinta perspectiva: desde el derecho natural, desde la potencia común y singular

En el desarrollo del plano de consistencia ético-político que se opera a lo largo de la cuarta parte de la Ética, nos encontramos con la noción de derecho natural 37 que, de un modo peculiar, afianza el pliegue de lo singular y lo común, y abre la vía para el pensamiento político en Spinoza.

El poder de todos los individuos en conjunto es el poder de toda la naturaleza, a su vez, el poder de toda la naturaleza es el mismo poder de cada individuo. El derecho natural es poder de la naturaleza, de sus leyes; a la vez, es el derecho de cada individuo a existir, a todo lo que puede, que se extiende hasta donde llega su poder 38.

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33 Íd: Ética, III, 59, esc. (trad. de P. Lomba), óp. cit.
34 Íd: Ética, IV, 61
35 Íd: Ética, 35, cor. 2
36 Spinoza, Tratado político, Cap. 1, &5 y Cap. 5, &2, (trad. de A. Domínguez) Madrid, Alianza, 1986.
37 Ética, IV, 37 esc. 1 y 2
38 Íd: TP, cap. II, &4 y Tratado teológico político, Prefacio, (trad. de A. Domínguez), Madrid, Alianza, 1990, págs. 71 y 332.

Cada cosa se esfuerza en perseverar en su ser, en existir y actuar según su naturaleza, esto corresponde a todos los individuos de la naturaleza39. De ahí que los individuos que constituyen la naturaleza son iguales entre sí, cada uno posee su propio derecho a existir; el sabio y el insensato, el racional y el demente sólo difieren por su potencia singular, por el esfuerzo en perseverar en su existencia.

Por lo tanto, para los modos humanos, existir, pensar, actuar según las leyes de la propia naturaleza es hacer ejercicio de su derecho natural. Aquellos que viven según su apetito viven según su derecho al buscar su utilidad propia. El derecho natural se determina por la potencia-deseo, pero se vuelve efectivamente derecho en la ciudad, donde prima el derecho común, el sentir común; en donde el derecho natural ya no se determina por el apetito de cada uno sino por la potencia del colectivo 40.

El derecho natural muestra la mutua apropiación de lo singular y lo común; hace énfasis en lo común y afirma lo singular. El poder de todos los individuos en conjunto es el poder de toda la naturaleza, a su vez, el poder de toda la naturaleza es el mismo poder de cada individuo.

Sexta perspectiva: desde la comunidad en su pluralidad productiva

A partir del recorrido realizado, se vislumbra que el pensamiento político en Spinoza posee su propia especificidad, se enlaza a la ética y expresa una impronta ontológica fuerte. Por ello, al aproximarnos a la política, es preciso tener presente, el derecho natural, y que el modo humano pierde el carácter sustancial, que el conatus-potencia no se concibe como perteneciente en forma privada a un individuo entendido como entidad separada. A partir de ello, la sociedad y los agrupamientos políticos no son una suma de individuos; lo que significa que no hay oposición entre individuo y colectivo, entre individuo y comunidad. Los modos humanos son individuo-colectivos gracias a una efectuación dinámica de lo singular y lo común que es condición de toda producción comunitaria.

Es así que, en la vida política, el derecho natural que se determina por el deseo y el poder cobra vigor. Los seres humanos viven según el derecho, tanto si obedecen a sus deseos ciegos, si su existencia está a merced de las fuerzas de sus pasiones, como si viven según la razón. Sin embargo, sabemos que la vida es más segura en la ayuda mutua, para lo cual es necesario aunar esfuerzos, renunciar parcialmente al derecho natural en beneficio del conjunto, del colectivo político, de la ciudad;

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39 Íd: TTP, Cap. 16, pág. 332.
40 Íd: TP, Cap. II, & 15.

debido a que, en ella, los seres humanos piensan y expresan su pensamiento y hallan las mejores condiciones para conservar y expandir la existencia 41.

La ciudad se constituye gracias al esfuerzo mancomunado, a la unión de derechos, de potencia-deseos, de cuerpos y mentes. Es decir, la ciudad, la vida comunitaria (aquí, hacemos un leve forzamiento)42 efectúa la potencia común productiva de los muchos; en ese movimiento, la comunidad se despliega en múltiples formaciones colectivas, diversas formas de organización que albergan también formas jurídicas de organización y gobierno.

Por último, siguiendo lecturas actuales del pensamiento de Spinoza, la democracia se vuelve experiencia política al disolver el sentido fuerte de forma de gobierno; deviene una actividad que efectúa la potencia singular y común en formas de cooperación y organización que dan lugar a múltiples procesos emancipatorios de construcción comunitaria.

Séptima perspectiva: desde la problematización del individuo y lo común en la contemporaneidad

El pliegue de lo singular y de lo común, un problema actual

En nuestros días, pensar con Spinoza se vuelve imprescindible, puesto que en su pensamiento se afianzan operaciones de individuación que captan la génesis de los individuos según una pluralidad de procesos constitutivos. La singularidad devela su esencia en tanto potencia, esfuerzo en perseverar en su ser, a la vez que actualiza la relacionalidad, las tramas relacionales constituyentes de lo común.


Sin duda, en la contemporaneidad, distintas voces dicen la importancia de configuraciones de pensamiento que muestran cómo las operaciones de individuación disuelven la regencia de la noción de individuo propia del pensamiento occidental43; y abren la posibilidad de concebir de un modo renovado lo humano, la producción de subjetividad y los procesos de subjetivación. A partir de esto, lo común adquiere relevancia al plegar el devenir de la vida individual y al efectuar un desplazamiento radical respecto de los avatares éticos y políticos que cubren de escepticismo las formaciones comunitarias sea cual sea el carácter que estas adopten.

El intento de un pensamiento en situación

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41 Ética, IV, 37, esc.; Spinoza, TTP, Cap. 16; Spinoza, TP, Cap. 3, & 3.
42 Pedro Lomba traduce civitas por ciudad: Si aquí emplea civitas (…) es quizás porque lo que está analizando ahora es la vida en comunidad, sea propiamente estatal o no (Ética, óp. cit., pág. 326).
43 Nos referimos a Deleuze y muy especialmente a Simondon, aunque no son los únicos, puesto que, en el campo del pensamiento spinoziano, hay quienes realizan aportes interesantes relacionados con la cuestión de la individuación.

En estos tiempos, realizar un pensamiento en situación se ha vuelto un desafío, la impronta de lo ya sabido, de bloques de prejuicios endurecidos, junto a la constante dificultad para percibir y experimentar lo nuevo, nos acecha. Por ello, la importancia del pensamiento de Spinoza que conmueve e invita a investigar, a crear nuevos modos de nosotros mismos.

En esa senda, en el presente, pensar con Spinoza el pliegue de lo singular y lo común estimula a pensar las prácticas políticas que afirman la potencia de lo singular y las fuerzas colectivas de lo común; en cuanto que las tramas relacionales, afectivas se efectúan en distintos modos políticos, en movimientos territoriales y en formas institucionales y, a la vez, encarnan las transformaciones que traen consigo procesos abiertos y dinámicos capaces de modificar la institucionalidad, y de adoptar una pluralidad de formas de organización comunitarias.

En definitiva, en el ejercicio de un pensar en situación, experimentamos el deseo de otros, de afinidades y resonancias, de conversaciones activas con los diversos colectivos que pueblan nuestras tierras, y también con aquellos resonantes con el pensamiento y las políticas de los pueblos originarios.


De este modo, apostamos por prácticas políticas que, en su diversidad, intensifican la creación y la expansión de la vida singular y comunitaria en tanto efectúan el pliegue de lo singular y común que las constituye al afirmar y propiciar el juego de las diferencias y los disensos: la plena heterogeneidad de un ejercicio político que insiste en las transformaciones imprescindibles para volvernos parte de políticas emancipatorias que favorezcan el apoyo mutuo, las prácticas de resistencia y libertad.

Prácticas que, en su despliegue, convoquen a Spinoza al insistir en un ejercicio de la democracia que abra la imaginación política al porvenir. En palabras de Toni Negri:

El imperium democraticum es un "poder constituyente" (…) No es un ideal, sino la fuerza actual que destruye el estado de cosas presente, cuando éste aparece marcado por el miedo, el terror y la muerte. La democracia spinoziana no es, por lo tanto, una forma de gobierno, sino una actividad social de transformación, un "devenir eternos"44.

Bibliografía

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44 Negri, Antonio, Subversivo, Madrid, Akal, 2011, p. 138.

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