Una comunidad no está dada…

Una comunidad no está dada…

26 de agosto, 2017 epensamiento 0

Con esta frase de Silvia Rivera Cusicanqui, dicha en abril de 2017 en Bs. As., quiero pensar lo que Silvia Federici planteaba el mes pasado, como centro al que el capitalismo ataca, y como potencia de los modos de resistencia: la cuestión de lo común y la comunidad.

En el seminario abierto que tuvo lugar en Montevideo los días 25 y 26 de julio [1] , Federici expuso parte de su trabajo que dio lugar a la publicación de “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, y compartió miradas y reflexiones sobre la lucha feminista en la actualidad.

Entre algunos puntos que me parecen singularmente relevantes, me gustaría mencionar su mirada desde las revueltas de la gente (y las notas al pie con su despliegue son imperdibles!), que interpela el modo habitual de la historia y sitúa el desarrollo capitalista como reacción o respuesta a un tumultuoso mundo feudal. Su mirada sobre las fuerzas productivas en distinción con las relaciones de producción hegemónicas. Y su mirada sobre la cuestión de lo común, la comunidad y las mujeres.

Federici sostiene que existe una fuerte conexión entre el proceso extractivista de bienes comunes y la violencia en contra de las mujeres. Plantea que son ellas (nosotras) las que dan y conservan la vida, las que mantienen a la comunidad unida, las que son más fuertemente golpeadas por los avances del capital, y quienes sostienen las luchas por la vida y el territorio.

Pone el acento en las fuerzas productivas y restituye a ese plano el trabajo “reproductivo”, todo lo que se genera en el socius, y que se diluye o invisibiliza mediante una serie de cortes y jerarquizaciones (público/privado, remunerado/no remunerado, productor de riqueza/reproductor… entre otros). Entonces ¿cómo atender la riqueza de las fuerzas productivas en relación, para que puedan generar otros modos, como superar la captura  por el modo productivo hegemónico? ¿Cómo verlas desde la autoorganización?

El seminario -organizado por Minervas- se titulaba “Ni caza de brujas, ni brujas en las casas. Tiempos de luchas feministas”, y alberga por un lado una invitación a deshacerse de la sanción a la rebeldía de las mujeres y a continuación, una invitación a despojarse del confinamiento y la soledad como modo de existencia para crear lazos y formas de vida cotidiana colectivas. Entonces, si, como cerraba Federici el seminario, “aisladas, aislados no podemos tener nada. Aislados, ya estamos derrotados”, ¿cómo crear encuentros que den lugar a modalidades colectivas, autoorganizadas y autónomas de reproducción de la vida, movimientos de constitución del tejido relacional y de afirmación de la potencia productiva de las comunidades y sus quienes, en particular de las mujeres?

Casi siempre, hablar de comunidad nos lanza a lo que falta (que siempre es infinito), a lo que hay en no sé qué culturas indígenas (los mitos que ponen siempre lo que falta en otro lugar)… y entonces tomo a esta otra Silvia (Silvia Rivera Cusicanqui [2]) que desde su trayectoria vital y de pensamiento nos dice: ni aquí ni en ningún lado la comunidad está dada, implica la tarea de construir y entonces de preguntarse acerca de lo común, de los modos de existencia y los quiénes que la sostienen, que ni siquiera tiene como condición la de permanecer, incluso puede haber comunidades temporalmente autónomas… Es decir, de lo que se trata es de asumir la lenta, paciente y trabajosa construcción de lo común y la comunidad o relaciones de comunidad (muchas, múltiples, pululantes), a partir de esto que hay (deseo productivo, tramas relacionales) y estas/os que somos…

 

Ariana Mira

[1] Se puede ver una reseña en este enlace: Silvia Federici: “La desvalorización está en el núcleo de la violencia”
[2] La conferencia a la que hago referencia puede verse en este enlace: Silvia Rivera Cusicanqui en Buenos Aires – Abril 2017 

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